DÍA DE ANDALUCÍA / EVOLUCIÓN EN CUATRO DÉCADAS

Andalucía en claroscuro: una radiografía de la comunidad autónoma

La comunidad es una sociedad moderna que ha evolucionado a todos los niveles pero que no ha convergido casi nunca con la media española

Sanidad. La esperanza de vida ha crecido un 10%, entre otras razones, por la extensión del sistema de salud.

Sanidad. La esperanza de vida ha crecido un 10%, entre otras razones, por la extensión del sistema de salud. / FRANCISCO GONZÁLEZ

Gabriel M. Pérez Alcalá

Gabriel M. Pérez Alcalá

Solo hace falta un momento para ser consciente de lo mucho que ha cambiado Andalucía en los últimos 40 años. No hace falta abarcar toda la extensa geografía andaluza para darse cuenta del profundo cambio. No es necesario un amplio estudio histórico para saber que, en los últimos sesenta años, y, más especialmente, en los últimos cuarenta años, Andalucía ha vivido uno de los más importantes periodos de progreso de toda su historia. Un periodo de progreso con más luces que sombras, con más claros que oscuros, con muchos matices.

Con solo unos pocos datos se puede sostener lo dicho. En 1980, Andalucía tenía una población de 6,4 millones de personas y hoy es de 8,5 millones. Un crecimiento poblacional del 32% que contrasta con el mucho más lento, el 23,42%, de los cuarenta años del franquismo. La causa fundamental de este cambio de ritmo demográfico es que los andaluces han dejado de emigrar masivamente. Lejos quedan las cifras de ese 25% de personas jóvenes que emigraron a Cataluña, Levante o Madrid en las décadas de los 60 y 70 y que determinan que haya 1,5 millones de nacidos en Andalucía que viven fuera de su tierra, mayoritariamente personas mayores que emigraron en esos años. Andalucía no es hoy tierra de emigrantes, es tierra de inmigración, pues los saldos migratorios han sido positivos en casi todos los años del siglo XXI. Y no solo con el extranjero, sino con el resto de España.

Colas para acceder al Alcázar de los Reyes Cristianos.

Colas para acceder al Alcázar de los Reyes Cristianos. / MANUEL MURILLO

Y si la dinámica poblacional ha vivido un gran cambio, el otro gran cambio en la demografía andaluza es el crecimiento de la esperanza de vida. En 1980, la esperanza de vida era de 74 años, mientras que hoy es de 81 años (las mujeres hasta los 84). Una esperanza de vida que ha crecido en más de un 10% gracias, entre otros factores, a la extensión de un sistema de salud que es uno de los más potentes de España, pues cuenta con más de 1.500 consultorios y centros de atención primaria y más de 100 hospitales, tanto públicos como privados.

Cifras económicas

Pero más allá de la demografía, el cambio andaluz es impresionante en las principales cifras económicas y de bienestar. Así, la renta per capita andaluza (en términos reales) era de unos 9.200 euros en 1980 y es hoy de unos 20.000, lo que supone un crecimiento de más del 100% en cuatro décadas. Un cambio sencillamente impresionante, pero que se manifiesta de una forma más nítida en la diferente composición sectorial de la economía andaluza. En 1980, el sector agrario y pesquero era más del 12% del PIB, mientras que hoy no llega al 6%. De la economía eminentemente agraria que fue la economía andaluza a la economía de servicios que es hoy media un importante salto de modernización, cuyos principales protagonistas han sido, como en el resto de España, la expansión del estado del bienestar (salud, educación, servicios sociales, seguridad social, etcétera) y el fuerte crecimiento de los sectores de servicios como el turismo, el comercio, el transporte, etcétera. Una nueva composición sectorial que también se manifiesta en el profundo cambio en las ocupaciones de la población activa. En 1980, en Andalucía había más de 435.000 personas que se dedicaban principalmente a la agricultura, hoy no llegan a las 250.000. En 1980 había unas 700.000 que se dedicaban al sector servicios, hoy se han duplicado y son casi 1,5 millones. Un cambio profundo en la población activa que ha ido acompasado con un cambio también profundo en la educación de la población andaluza. Y es que, en 1980 más del 15% de la población andaluza era analfabeta (duplicando la media nacional), mientras que hoy no llega al 3,5% (y se concentra en las personas mayores). Más aún, hace cuarenta años, la población con estudios medios y superiores no llegaba al 25% (19 y 5%, respectivamente); hoy supera el 60% (47 y 13,5%). No hay núcleo urbano sin escuela en Andalucía al tiempo que se dispone de un sistema universitario compuesto por 11 universidades que matriculan más de 250.000 estudiantes en los distintos niveles.

El cambio andaluz es impresionante en las principales cifras económicas y de bienestar

Y con los cambios demográficos y económicos, los cambios sociológicos y territoriales. Andalucía era en 1980 una sociedad culturalmente rural, con una parte muy importante de su población (más del 45%) viviendo en núcleos urbanos de menos de 20.000 habitantes y una inmensa mayoría procedente de ellos. Hoy no llega al 30% de la población total el número de los que viven en pueblos y casi el 60% de la población (casi 5 millones) vive en áreas metropolitanas de más de 300.000 habitantes. Solo las dos grandes áreas metropolitanas de Sevilla y Málaga concentran más de un 30% de la población andaluza.

Andalucía es hoy una sociedad moderna que ha experimentado un impresionante cambio en los últimos cuarenta años. Un fuerte cambio poblacional, con nuevas dinámicas (menos nacimientos, más esperanza de vida, reversión de los flujos migratorios); un fuerte proceso de desarrollo económico, duplicando su renta per capita y transformando su composición sectorial hasta hacerla similar a la de las economías más avanzadas; un fuerte cambio sociológico, alfabetizándose y urbanizándose. Andalucía es hoy una comunidad y una sociedad muy diferente a aquella que inició la Transición y el proceso de autonomía. Andalucía es, hoy, una sociedad moderna (en todos los sentidos de la palabra).

Las sombras

Pero este proceso tiene también sus sombras. En primer lugar, porque el cambio andaluz no ha sido idiosincrático, sino que se ha producido al mismo ritmo, a veces, inferior, al de la sociedad española.

Y es que desde 1970 la renta per capita andaluza alcanzara el 70% de la renta per capita española, este porcentaje ha variado muy poco. Así, en 1980 la renta per capita andaluza era del 72%; en 1990, del 71%; en el 2000, del 74%; en el año 2018, del 74,2%; y hoy es del ¡74,1%! O lo que es lo mismo, en casi cincuenta años, Andalucía no ha convergido casi nada con la media española, lo que significa que, en términos relativos estamos en el mismo lugar en el que estábamos. Esta comparación con la media nacional es relevante porque si comparamos la evolución de Andalucía con comunidades autónomas de tamaño económico o poblacional similar se puede observar el potencial de crecimiento de la economía andaluza y las sombras de su proceso de cambio.

Así, si comparamos Andalucía con Madrid, similar PIB al andaluz (mayor renta per cápita), y Cataluña, similar población a la andaluza (mayor renta per cápita), el resultado arroja no pocas sombras. En 1980, la renta per cápita andaluza era el 63,2% de la catalana y el 67% de la madrileña. En el año 2021, la renta per cápita andaluza es el 64% de la catalana y el 54% de la madrileña. El simple análisis de los datos anteriores nos indica que la economía andaluza no converge. De hecho, en los últimos cuarenta años se ha mantenido en la misma proporción frente a Cataluña y ha divergido respecto a Madrid en casi seis puntos. Al ritmo diferencial de crecimiento de los últimos cuarenta años de Andalucía con España, Cataluña y Madrid, se puede decir que tardaría más de 100 años en llegar a la media española, algo más de 200 en alcanzar a Cataluña y que nunca tendrá la renta per cápita de Madrid.

Tasa de paro

Y el problema no es solo la divergencia de renta per cápita, sino lo que esto esconde debajo: una mayor tasa de paro (el diferencial con España es siempre de más del 50%), una menor productividad (y por lo mismo, menores salarios medios), una mayor tasa de pobreza (más de la mitad de los hogares vulnerables en España se concentran en Andalucía) que la media española y, por supuesto, que la madrileña o la catalana.

El cambio que otros han vivido es más profundo que el protagonizado por Andalucía

Si miramos hacia atrás podemos constatar el cambio tan profundo que ha vivido Andalucía en los últimos cuarenta años. Si miramos a nuestro alrededor podemos constatar que el cambio no ha sido solo de Andalucía sino del conjunto de España. Más aún, si miramos a nuestro alrededor, hemos de reconocer que el cambio que otros han vivido ha sido más profundo, más intenso, que el que Andalucía ha protagonizado.

Por eso, en un 28 de febrero no valen ni la complacencia, ni el fatalismo. No vale la complacencia andaluza que se recrea en lo conseguido, que se siente más orgullosa de su patrimonio (las realizaciones de sus antepasados) que en las propias de su tiempo, que subraya lo «bien que se vive en Andalucía» como compensación de las carencias que tiene. Pero tampoco el fatalismo, pues Andalucía tiene un alto potencial de crecimiento a poco que se libere de los corsés atávicos que lo aprietan, que decida sacar el potencial de su pujante población, que encuentre la forma de articular su territorio tan complementario, a poco que sea capaz de ser consciente de la situación estratégica en la que está (entre dos mares y dos continentes), a poco que salga de sí misma.

Un 28 de febrero es un día para celebrar lo conseguido, pero, sobre todo, para que, conscientes de la realidad, se mire el futuro con la esperanza del verde de la bandera de Andalucía.

* Profesor de Economía de la Universidad Loyola

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