Diario Córdoba

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REPORTAJE

El terreno ganado por el perdido

La infame moda de los pinchazos hace que las cordobesas sigan viendo sus derechos y su seguridad amenazados | El Servicio Andaluz de Salud ha atendido ya 65 posibles casos, 4 de ellos en Córdoba

Entereza | Marta no ha cambiado sus hábitos de ocio.

«Antes era la bebida, siempre con cuidado, ahora ni eso, basta con un pinchazo». Ángela, cordobesa de 23 años, estuvo en Málaga poco después de enterarse de que habían llegado a España esta clase de delitos. Allí supo que ya se habían producido numerosos pinchazos y esta toma de conciencia condicionó sus vacaciones, y claro, «te toca las narices tener que estar preocupada por eso». Precisamente a Málaga se va Alegría, a la feria, y por culpa de los pinchazos su familia está preocupada. Ella tampoco quiere verse condicionada, en cualquier caso, «las tías siempre hemos estado así, no es ahora».

El día 24 de junio llega la denuncia que hace saltar las alarmas en España, en una discoteca de Ibiza. Comienza entonces a manifestarse en las semanas sucesivas y a lo largo de todo el territorio nacional el fenómeno de los pinchazos aleatorios, sin rastros de tóxicos en la sangre, sin motivos concretos y, hasta el momento, sin detenidos. 

En Andalucía, desde que comenzaron las denuncias, un total de 65 personas han sido atendidas hasta ayer jueves en los centros hospitalarios públicos. Córdoba acumula un total de 4 personas atendidas en centros hospitalarios por esta clase de denuncia. 

Marta, opositora de 28 años, no ha cambiado hasta ahora sus hábitos, aunque reconoce que alguna amiga sí se ha planteado hacerlo. Marta hace un análisis dual de la función de las redes, entiende que en ellas conviven la verdad y el bulo, pero agradece que las chicas compartan sus experiencias para prevenir al resto. Todas conocen el testimonio de Cristina, y la supuesta agresión que sufrió su amiga en una discoteca del Puerto de Santa María. Esta clase de testimonios ayudan a generar conciencia y previenen sobre lugares en los que se han realizado agresiones. Las stories de Instagram se han convertido en el principal medio a través del cual estas jóvenes se informan sobre el fenómeno, seguidas de noticieros televisivos.

Irene echa de en falta la difusión de una información fiable proveniente de entidades sanitarias u oficiales que se desmarque de toda esa información que llega a través de las redes, información que, como afirma, puede ser positiva pero en muchos casos hace difícil discernir lo veraz y lo realmente útil.

A revisar | Irene pone en duda la seguridad en eventos. CÓRDOBA

El Consejo General de Enfermería (CGE), por su parte, sí ha hecho un esfuerzo a este respecto, y ha difundido una infografía en la que define estos pinchazos como «la administración mediante inyección de sustancias tóxicas con el objetivo de realizar abusos o hurtos». Lo cierto es que, hasta ahora, y sin restar importancia al resto de las agresiones, en solo un caso, el de una menor de 13 años de Gijón, se habían detectado sustancias tóxicas. Este ha resultado ser, como se ha sabido recientemente, un falso positivo. 

El CGE recomienda además, si se sospecha haber recibido un pinchazo, prestar atención a los síntomas, entre los que se encuentran pérdidas de conocimiento y de voluntad. Sin embargo, según fuentes policiales consultadas por la agencia Efe, no se ha detectado hasta el momento ningún caso de anulación de voluntad. 

En este caso, mensajes de CGE y autoridades policiales implican diferentes lecturas, y de ellos se deducen diferentes estados de las cosas. Fuentes institucionales u oficiales pueden aún generar confusión, esto sin contar con la información en redes.

La realidad | Para Ángela, la inseguridad no es nueva. CÓRDOBA

Irene, enfermera de 25 años, ya tenía suficiente con el «llámame cuando llegues a casa», el amigo que te acompaña o llevar las llaves y el móvil en la mano, por si hicieran falta. Lo último fue la fundita en la copa, para evitar que te intoxiquen. Y ahora, los pinchazos. Su conclusión es clara: «Es un atraso social, deberíamos ir a mejor, en derechos y seguridad de las mujeres, y sucede al revés». Esto se traduce en lo concreto. El primer fin de semana de septiembre Irene asiste a un festival con amigas: «Ya hemos convencido a dos tíos para que se vengan con nosotras. Desgraciadamente, en la sociedad que vivimos, no es igual que te vean con un hombre a que te vean sola».

Las jóvenes de Córdoba hacen muchas lecturas comunes de la situación que viven. La situación actual sería un capítulo más en las complicaciones que siempre han experimentado. El camino intermedio quiere encontrarse entre el pragmatismo y el rechazo a plegarse, evitando la satisfacción de aquellos que pretenden asustarlas. Apuntan al pinchazo como riesgo de transmisión de enfermedades y al papel capital que juegan en la modelación de esta realidad las redes sociales. 

La importancia de denunciar es señalada por todas. Algo reivindicado por la Consejería de Justicia. Así las cosas, genera desconcierto que la multitud de casos que han llegado a ellas por las redes o por el boca a boca no hayan trascendido a las estadísticas oficiales, no se hayan concretado en detenciones o medidas concretas. 

Ni un paso atrás | Alegría se niega a salir con miedo. CÓRDOBA

María José tiene 19 años y vive en Lucena: «Aquí en Lucena, hace un par de semanas, escuché que pincharon a algunas chicas en la feria». En su caso, las agresiones sí la han condicionado, «me da miedo, no porque piense que me vayan a drogar sino porque te pasen cualquier enfermedad, y en las discotecas y otros lugares estamos demasiado pegados».

La Junta de Andalucía continúa trabajando en la elaboración de un protocolo de actuación para los posibles casos de sumisión química. Se prevé que este nuevo documento entre en vigor en los próximos días. Alegría ya sabía que todos los políticos se iban a mostrar muy concienciados y que se montarían al carro de la sensibilización, el acuerdo de protocolos, etc. Espera que no se convierta en un arma arrojadiza: «Estos temas también están muy politizados, el feminismo en sí está muy politizado... y no debería ser así». 

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