Diario Córdoba

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REPORTAJE

Tras el zumbido de las abejas

Cada año, los bomberos de Córdoba intervienen incesantemente en la retirada de numerosos enjambres ante la alarma de la población | Miembros formados del cuerpo procuran la preservación de estos polinizadores

Álvaro Peña y Javier Gavilán preparan una caja para el depósito de un enjambre de abejas. MANUEL MURILLO

Con numerosos miembros, cada año forman nubes negras fieles a una reina que se encamina a fundar una nueva colmena en alguna parte de la ciudad. Las abejas, en la entrada de la primavera, comienzan a enjambrar para extender sus colonias. En muchas ocasiones, esas grandes bolas zumbantes crean una alarma social que requiere la intervención de los formados equipos de los bomberos de Córdoba. Estos, atentos a su actividad y conscientes de su comportamiento, ejercen una cuidadosa labor de preservación de estos polinizadores. Y, además, evitan que formen colmenas en el entorno urbano de Córdoba.

En una parte del Parque Central, los bomberos acumulan el material necesario para este tipo de intervenciones. Desde enero comienzan a preparar el equipo. «Es un servicio que no se nos complica, se nos complica quizás por la acumulación. A lo mejor hay horas que te llaman, tienes 6 o 7 y no tienes personal», explican Javier Gavilán y Álvaro Peña, dos de los responsables de la retirada de enjambres. También resulta determinante la zona o el tamaño. «Hay años más fuertes y años más flojos, pero todos los años vas a tener», aseguran.

Los bomberos preparan el equipo para retirar enjambres desde enero.

En época primaveral, las colmenas se parten en dos y un grupo sigue a una reina para buscar una nueva ubicación. Esos miembros forman enjambres que, en el proceso de exploración, pueden colgarse de cualquier lugar prácticamente, desde un semáforo hasta adentrarse en el capó de un coche. En muchas ocasiones solo se encuentran de paso, pero generan una gran alarma entre la población. Entonces, es cuando en el parque de bomberos reciben el aviso. Los miembros formados se encaminan al lugar y, siguiendo varios pasos, proceden a su retirada. Enfundados en trajes EPI, depositan los enjambres en cajas de espera. Primero, rocían a las abejas con agua para cambiar su temperatura y que se agrupen. Después, con un suave golpe caen en la caja. Cuando la reina entra, el resto la sigue. Un cuadro de espera con olor a cera hace que se sientan cómodas allí. Y, cuando todas están dentro, se llevan al parque para que sean recogidas por un apicultor.

El cambio climático es uno de los factores que afectan al comportamiento de las abejas

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Ante el volumen de intervenciones, «se ha creado un procedimiento de trabajo y más o menos estamos formando a compañeros en aspectos básicos, aprovechamos también para mostrárselo a los bomberos de nueva incorporación», explican Peña y Gavilán. Además, aclaran que suele haber una persona dedicada a las colmenas, mientras que ellos trabajan solo con enjambres. La problemática de las colmenas radica en que se ubican en partes, como cámaras de aire de los edificios, que requieren un mayor despliegue operativo. Tienen que detectar con una cámara térmica dónde está y luego abrir por dentro de la vivienda. «Ese servicio lo tienes que finalizar. Y todo depende de lo que te encuentres», añaden.

Colmena de abejas en un edificio. Manuel á. larrea

La calma supone un factor fundamental de los profesionales a la hora de tratar con las abejas, en contraposición con el nerviosismo que suele apoderarse de los alertantes. En ocasiones, podría darse que la gente las ataque, por ejemplo, con insecticida. En esos casos, como cuentan Gavilán y Peña, lo único que podría pasar sería que matasen a una primera capa de abejas y provocasen el enfado de las demás. Algo que acabaría, irremediablemente, en un ataque. Por el contrario, recomiendan mantener la tranquilidad porque no suelen picar, llamar a los bomberos, no molestarlas y avisar a quien pase por la zona.

El cambio climático

Uno de los condicionantes de la alteración del comportamiento de las abejas es el cambio climático. Según precisa José Manuel Flores, profesor del departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba, «están locas» por los cambios de temperaturas. Como cuenta, en enero «estaban metiendo miel como locas en las colmenas». Crecieron mucho y, desde hace unos meses, buscan nuevos hogares. En ese viaje de exploración, pueden llegar a recorrer hasta 10 kilómetros. Sobre el estado actual de este especie tan importante para el planeta, advierte de que, si bien no son menos en cantidad, son más débiles por las enfermedades, los insecticidas y, en contraposición con el aumento en número, la reducción del espacio habitable.

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