Ya se intuía que, después de dos años de ausencia, había muchas ganas de Semana Santa en Córdoba, lo que se ha notado en las calles y plazas del centro y el casco histórico, que este domingo han reunido a miles de personas, unas en busca del recogimiento religioso de estos días, otras llenas de curiosidad ante lo desconocido y muchas tan solo con la intención de vivir el bullicio y la fiesta, que ha tenido como aliado a un luminoso día con temperaturas muy agradables, rozando el fuerte calor en las horas centrales de la jornada, lo que ha obligado a sacar del armario la manga corta.

“Son momentos muy especiales y un ambiente que ya echábamos de menos”, decía sobre las diez de la mañana a la puerta de la iglesia San Lorenzo Carmen, una cordobesa que esperaba la salida de La Borriquita junto a sus hijos, ambos portando las palmas y vestidos para la ocasión, porque, no nos olvidemos, el Domingo de Ramos es un día de estreno, y eso en Córdoba se respeta.

A esa hora, las calles de la ciudad ya eran un ir y venir de costaleros, nazarenos y miembros de bandas debidamente ataviados camino de las iglesias donde esperaban las imágenes listas para lucirse ante los ciudadanos. Y también se han dejado ver desde muy temprano numerosos grupos familiares dispuestos a pasar el día de procesión en procesión. “No nos vamos a perder nada”, decía con entusiasmo mientras sonaban las campanas de San Lorenzo Jorge, que, acompañado de su familia y de la de su hermano, se dirigía a esa plaza a empezar una larga y “emocionante” jornada.   

Turistas en las calles de la Judería de Córdoba. MANUEL MURILLO

Los piropos de los turistas

En efecto, el bullicio ha comenzado pronto arropando a la imagen preferida de los niños, cuyo recorrido hacia la Mezquita-Catedral se ha visto invadido de todo tipo de personas que se cruzaban, ya en La Judería, con fieles de otras hermandades que también tienen este día su desfile procesional. “Yo estoy esperando a Las Penas de Santiago”, señalaba en la plaza del Potro, guía en mano, un ciudadano madrileño que ha decidido conocer por fin este año una Semana Santa “que me han recomendado mucho”. Junto a su familia, Carlos, como tantos otros turistas que han acudido a sentir Córdoba en los primeros días de su primavera, ha mostrado su satisfacción al comprobar que, en efecto, “aquí se respira un ambiente muy especial que supongo se debe a esa mezcla de incienso y azahar de la que habla todo el que pasa por aquí, unido al redoblar de los tambores, el sonido de las trompetas y la vistosidad de los trajes de los cofrades, sin olvidar las imágenes, auténticas obras de artes. Estoy encantado de estar aquí, volveremos”.

La Judería, donde se ubica la carrera oficial, ha vuelto a ser, una vez más, el centro neurálgico de la fiesta. Allí, turistas y cordobeses intentaban andar a duras penas, mientras en el Patio de los Naranjos no cabía ni un alfiler. “Esto es maravilloso, no imaginaba este ambientazo”, decía entusiasmada Carla, una joven de Granada, que acompañada de un grupo de amigos, ha decidido pasar este domingo en Córdoba. “Yo vengo de una ciudad muy fiestera también, pero no imaginaba que Córdoba respiraba este ambiente, nos está encantando, aunque me temo que no sé dónde vamos a comer”, decía la joven, que, como todos aquellos que no han hecho la reserva en algún restaurante lo ha tenido difícil para disfrutar de la gastronomía cordobesa, otro gran atractivo para propios y extraños.

Aspecto del Puente Romano este mediodía. MANUEL MURILLO

El atractivo de la gastronomía

“Yo reservé mesa en un restaurante hace más de una semana”, señalaba el vasco Antón, que ha vuelto a Córdoba, precisamente, por sus platos típicos, “aunque en Donosti también comemos muy bien”. “No somos especialmente religiosos, pero vinimos hace cuatro años y disfrutamos mucho del ambiente que se crea en Córdoba en Semana Santa”, ha continuado Antón, que, a eso de las 13.00 horas, ya estaba pensando en disfrutar de un potaje de garbanzos y un buen salmorejo. Mientras tanto, él y su grupo luchaba por alcanzar una porción de la famosa tortilla de la taberna Santos, algo harto difícil esta mañana de domingo.

Por su parte, el Paseo de la Ribera, igual que la plaza de la Corredera, han visto llenas sus terrazas de personas deseosas de sol y luz, y también han sido objeto de bullicio algunos monumentos como el Alcázar de los Reyes Cristianos, que ha vuelto a ser un importante enclave de atención. Y esperando cola para disfrutar de los maravillosos jardines de este recinto estaba Dolores, una vallisoletana que ha cambiado este año la Semana Santa de su tierra por la de Andalucía. “De Córdoba me interesan, sobre todo, sus flores, por eso quiero visitar estos jardines, que me han dicho que son espectaculares”, señalaba esta castellana esperando con paciencia: “Todo no se puede ver, así que habrá que conformarse con lo que nos dé tiempo”.

Después de dos años, la ciudad ha vuelto a recuperar el ambiente típico de su Semana Santa con más fuerza que nunca, algo esperado por muchos, sobre todo, por el sector de la hostelería, que se muestra “optimista” después de un largo tiempo de soledad e incertidumbre. Ya era hora.