Que la gente quiere oler a azahar podría ser una explicación a por qué este martes cientos de visitantes se han agolpado junto a la entrada del Alcázar de los Reyes Cristianos. Al menos esa es la conclusión a la que ha llegado Claudia, una guía turística que espera, al mediodía, bajo un naranjo. De que es un día raro no tiene la menor duda. "¿Ver un martes una cola que llega hasta allí a las una de la tarde?", dice. Lo normal es que llegue hasta aquí, ha continuado diciendo mientras señalaba con el índice. Y el aquí son unos cuantos naranjos menos, una distancia bastante más corta. Sin embargo, la cola de espera ni siquiera ha podido mantenerse en línea recta. La misma situación se ha repetido en la Mezquita-Catedral

Pero en la calle Judíos no hay azahares y, aun así, decenas de personas han esperado, a semejantes horas, para admirar la Sinagoga por dentro. Allí, en la entrada, la persona encargada de mantener el orden de las visitas lo tiene claro: "Son los cruceros que llegan a Málaga y después van a diferentes provincias". A eso, añade que ya suele encontrarse con grupos del Imserso y de estudiantes.

Una larga cola de visitantes espera para entrar al Alcázar. Manuel Murillo

En la entrada, algún que otro guía da sus explicaciones a parejas, grupos de amigos y círculos de extraños que, al menos, tienen un mismo interés por conocer la cultura sobre la que germinó la Córdoba actual. Estos profesionales han coincidido, además, en que la hora fuerte ha sido las 11.00. Sobre el origen, sin embargo, ha habido menos consenso. Alemanes, franceses, mexicanos, argentinos y españoles procedentes de otras provincias, entre otros, parecían haberse puesto de acuerdo para conocer la ciudad este martes. 

Pero, a pesar de todo, estas afluencias no se han transformado en pernoctaciones. Porque, como explica Félix Serrano, presidente de la Asociación de Empresarios del Hospedaje de Córdoba (Aehcor), se trata de un turismo de paso. "Que haya colas no significa que pernocten", insiste. El representante de los hoteleros mantiene un mensaje de preocupación y recalca que el turismo internacional sigue sin llegar a los niveles necesarios para cambiar la cara a la complicada situación.