Ha fallecido a los 81 años Esteban Román Alcántara, nacido en Córdoba en el año 1940. Esteban era agricultor y vivió la verdadera revolución agrícola, ya que sus inicios fueron arando en mulo y con cuadrillas de más de 70 personas para la época de recolección del cereal, y se adaptó a los cambios con tractores, arados mecanizados , máquinas cosechadoras y distintas formas de cultivos de regadío, como pívot, riego por goteo, etcétera. Un gran profesional y especialista en lo suyo. Casado con Inmaculada Villegas Chastang, formaron una bonita familia de cuatro hijos, Inmaculada, Esteban, Yela y Antonio.

Esteban era, además, amante de los caballos, tanto de montura como de enganche. Tenía una semana especial todos los años que era la Feria. Disfrutaba con su esposa y sus hijos, ya que salían todos vestidos para la ocasión, con sus caballos de montura y sus coches de caballos. Asimismo, fue socio fundador de la caseta del Lagarillo, cuando estaba en el Paseo de La Victoria, y más tarde junto con su suegro, Francisco Villegas, perteneció al Club de Enganches. Siempre disfrutó mucho de su afición.

Esteban fue un luchador, ya que nació en la posguerra. Desde muy joven, a finales de los años cincuenta, estuvo haciéndose cargo de cuadrillas en el campo, ya que la circunstancia lo requería. Era el hijo varón mayor, y más adelante, en 1976, en plena transición, se aventuró en su propio negocio.

Sus grandes aficiones eran disfrutar de la familia, de los amigos, de los viajes, y sobre todo, «a no rendirnos y luchar por nuestros sueños», decía. También comentaba que «solo te puedes arrepentir de no haberlo intentado». Esteban tenía una finca entre Ciudad Real y otra en Albacete, junto a las Lagunas de Ruidera, totalmente rústica y de suelo empedrado, que transformó en tierra moliendo toneladas de rocas. A principios de los ochenta buscó canales de agua subterráneos e instaló pívot para el riego del cereal, pero al final de esta década, debido a la sequía y a los cambios obligados al entrar en la antigua CEE, hoy UE, el proyecto terminó. Ya en los noventa se repuso y montó una empresa de servicios agrícolas con su maquinaria y una vez más supo remontar. Por eso, lo más importante que le enseñó a los que le rodeaban es que «nunca hay que rendirse ante la dificultad».