Celerina Molina González es una de las casi 300 personas que en la provincia de Córdoba tienen más de cien años. Pero de todas ellas, son muchas menos las que acaban de cumplir 107 años, como es el caso de esta mujer, cuyo verdadero nombre es María Dolores, pero que siempre ha sido conocida como Celerina, cuenta su nieta Helena Muñoz. 

Su avanzada edad ha convertido a esta cordobesa en una auténtica superviviente, que entre los 3 y 5 años se enfrentó, como el resto de la población, a las nefastas consecuencias que trajo la gripe española, pandemia que entre 1918 y 1920 causó más de 50 millones de fallecidos en todo el mundo. 

Esta cordobesa esquivó la enfermedad en esa pandemia que hubo hace un siglo, pero no ha podido hacerlo en la actual crisis del coronavirus. Esta cordobesa se contagió de covid durante la segunda ola, al igual que otros compañeros suyos en la residencia San Andrés de Córdoba, sin haber tenido oportunidad aún de vacunarse frente a esta infección, pues el positivo se produjo en noviembre de 2020. Celerina sobrellevó la infección por covid sin síntomas, señala su nieta Helena.

Sin duda, Celerina es símbolo de longevidad. Es la más pequeña de siete hermanos (María, Antonio, Francisca, José, Teodora y Juan), de los que casi todos han fallecido con muy avanzada edad. Su hermana María murió a punto de cumplir los 100 años y su hermano José falleció con 98 años, indica su nieta. 

Celerina nació en 1915 en la localidad de Villaviciosa y se casó con 27 años, con Germán Muñoz, después de la Guerra Civil. Debido a su avanzada edad, esta mujer ha pasado gran parte de su vida viuda porque su marido murió cuando tenía 64 años. Celerina y Germán se instalaron en Pozoblanco en 1944, cuando el matrimonio ya tenía un hijo, Rafael, que es el padre de Helena. En Pozoblanco nació Antonio, su segundo hijo. Después esta familia regresó a Villaviciosa en 1948, localidad en la que nació el tercer hijo, Francisco, en 1952. En 1957 el matrimonio y sus tres hijos se mudaron a Córdoba, ciudad en la que Celerina ha vivido hasta la actualidad. 

Usuaria de la residencia San Andrés de Córdoba

Celerina es usuaria de la residencia de San Andrés desde que cumplió 93 años, pero sus hijos y demás familiares están muy pendientes de ella. El cumpleaños de Celerina cada 17 de febrero es motivo de celebración para sus hijos, nietos y bisnietos, que ese día se reúnen en torno a ella, fuera de la residencia. 

Solo el año pasado, la pandemia impidió dicho encuentro. Pero al haber mejorado la situación del covid, este año sí ha podido reunirse gran parte de su familia, y eso que algunos viven en provincias alejadas de Córdoba. 

Helena nota que a su abuela la pandemia, junto a su avanzada edad, sí le está pasando ya más factura. La nieta de esta cordobesa centenaria recuerda lo entrañable que fue la celebración del cumpleaños número 100 de su abuela, que se desarrolló con todos los suyos en Bodegas Campos. 

Con mucha energía

Helena destaca de su abuela que ha sido siempre pura energía, que trabajaba mucho dentro de la casa y también fuera, vendiendo en el mercado de abastos, como portera o en una bodega que tenía la familia. Además, destaca que a Celerina le han gustado siempre mucho los dulces. Por eso, en su casa siempre tenía rosquillas o pestiños hechos por ella. Así que, por supuesto, en su 107 cumpleaños no faltó una tarta y muchos besos que le regalaron sus seres queridos, cariño que ella les devolvió con una sonrisa en la cara.