La cachimba, shisha o arguila, pipa de agua original de los países orientales, tiene una incidencia relativamente nueva en España, aunque su protagonismo aumenta entre la población joven debido a su agradable aroma y el alto componente social de su consumo.

La Revista Española de Salud Pública informó en 2020 de los resultados de un estudio sobre los hábitos de tabaco durante el confinamiento, cuyos resultados apuntaron a que más de la mitad de las personas encuestadas había aumentado el consumo de tabaco, con la pipa de agua muy cerca de los cigarrillos y los puros en incidencia. Pero el aumento exponencial de esta práctica viene de antes, como confirma el estanquero especializado en productos de shisha Manuel Muñoz. «Fui de los primeros en abrir un comercio especializado en Córdoba, hace seis años, y he observado una progresión del consumo, sobre todo en personas de entre 20 y 40 años», declara el comerciante a este diario, y admite que «al fin y al cabo te estás metiendo un producto perjudicial en el cuerpo», aunque «lo es menos porque no lleva alquitrán, ni combustión, ni fumas el papel del cigarrillo», matiza. 

Creencias en esta línea son las que sostienen quienes recurren a la cachimba como una alternativa supuestamente menos perjudicial que los cigarrillos. Sin embargo, cada vez más estudios avalan lo contrario; como el realizado por investigadores de la Universidad de California en Irvine y publicado en 2019 por la revista Aerosol Science and Technology, donde se apuntó a que el agua de la pipa favorece la filtración de partículas nocivas ultrafinas que, unidas a la larga duración de las sesiones de cachimba, aumenta las cantidades de nicotina y de sustancias químicas inhaladas. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) avala estas conclusiones con publicaciones como la realizada en 2018, en la que recogieron conclusiones de estudios realizados en diversas partes del mundo, como América, Europa e incluso el Líbano. Concluyeron que una sesión de consumo de shisha equivale a inhalar 200 veces el humo de un cigarrillo, con un humo que «presenta niveles altos de monóxido de carbono, metales pesados y sustancias cancerígenas; por lo tanto, son un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer o de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica», señala el informe.

Estados Unidos ya cuenta con casos de patologías derivadas del uso de cigarros electrónicos

«El aparato respiratorio no está preparado para la inhalación de sustancias derivadas de la combustión, sea el producto que sea», explica Javier Redel, neumólogo en el hospital Reina Sofía y en Cruz Roja Córdoba. Respecto a la nicotina, Redel indica que el mayor peligro para los jóvenes es «comenzar a fumar esporádicamente cachimba y terminar enganchados al tabaco», aunque también reconoce que se da el caso contrario «cuando el fumador que quiere dejarlo no lo consigue y se pasa a la cachimba y al vaper». 

Ese es otro elemento peligroso en el que ponen atención los sanitarios. Respecto al uso habitual del artilugio electrónico conocido como vaper, que calienta, mediante un atomizador, un líquido que se convierte en una especie de falso vapor, se desconoce que dicho vapor contiene «formaldehído, acetaldehído, nicotina, acroleína y diversos metales pesados también presentes en los cigarrillos», refleja el informe del Separ Prevención del Tabaquismo, publicado este 2021. «Los vaper contienen una sustancia oleosa que se quema y provoca complicaciones de neumonía lipoidea, un depósito de grasa en el pulmón derivado de la inhalación de dicha sustancia». La doctora Eva Cabrera, neumóloga perteneciente al Seper, añade a este hecho la reciente aparición de la enfermedad Evali, surgida en Estados Unidos en tiempos de coronavirus, aunque derivada del consumo en jóvenes de los cigarrillos electrónicos. «El uso prolongado de estos dispositivos provoca un efecto de filtrado a través de los pulmones que provoca insuficiencias respiratorias y, aunque a España todavía no ha llegado esta enfermedad, ya se han trasplantado a jóvenes por este motivo», advierte la médico especialista en pulmón.

El falso vapor que emite el vaper contiene metales y sustancias presentes en los cigarrillos

Eva Cabrera afirma con rotundidad que fumar cachimba «sí provoca cáncer y enfermedades respiratorias». La neumóloga incide en que «el hecho de que fumar cachimba una vez a la semana sea menos perjudicial que varios paquetes al día no vale para justificar hábitos perjudiciales para la salud» e insta a los padres a ser conscientes de los «daños» de las pipas de agua para no incitar a su uso, cada vez más temprano, entre adolescentes.

Un negocio prolífico

 El consumo de tabaco en cachimba crece cada vez más en España y Andalucía, tanto en locales como en uso particular. Francisco López, propietario de los locales IHK y de varios negocios con cachimbas, cree que «Sevilla sea probablemente la capital nacional». López llegó a fumar, hace años, un paquete de tabaco al día aunque pudo dejarlo, en parte, gracias a la cachimba, que fuma los fines de semana. Afirma que esta práctica es perjudicial pero que «también lo son alimentos como la cocacola, muy nocivos para la salud, y no se pone tanto el foco en ellos». 

El empresario cuenta que entre todos sus negocios, en los que «no permitimos nunca el consumo a menores», en una semana ha llegado a agotar 700 kilos de carbón, que ahora no tiene aditivos, a diferencia de las pastillas autocombustibles anteriores, junto con otras mejoras en las cachimbas modernas que las hacen mucho menos perjudiciales, con agregados disponibles en el mercado incluso sin nicotina. «Hay que tener en cuenta que hay cachimbas hasta de 5.000 euros, en un negocio en alza que da de comer a muchas familias», incide respecto a un acto lleno de placer, aunque cada vez más en tela de juicio.