La adolescencia es una etapa vital complicada en la que se producen cambios que ayudan a formar la personalidad de cada individuo y que afectan a la estabilidad emocional. Desde el inicio de la pandemia del coronavirus se ha puesto el foco en el aumento de los suicidios que se producen en esta etapa, para tomar medidas de prevención. Aprender a distinguir cuándo un adolescente sufre un trastorno depresivo es fundamental para reducir los casos.

Según el psicólogo Jordi Royo, director clínico de Amalgama 7, una entidad especializada en la salud emocional de los jóvenes, es muy importante determinar si la depresión tiene una causa endógena, es decir, hereditaria o genética, y cuándo una causa exógena, porque el tratamiento es distinto. Según Royo, la pandemia ha aumentado factores de riesgo como el aumento del tiempo que los jóvenes pasan aislados en su habitación, o el mayor interés que muestran en muchos casos por el móvil, las redes o videojuegos, antes que por las relaciones familiares. «Si esto no afecta a su rendimiento, a la convivencia y al desarrollo de actividades, no hay problema, pero si desemboca en una desmotivación, dificultad para relacionarse con los amigos, desinterés, entonces sí lo es».

Una de las claves es en qué medida afecta el estado de ánimo a la capacidad de hacer actividades diarias

Una de las claves es en qué medida afecta el estado de ánimo a la capacidad del adolescente para realizar su actividad diaria y si los síntomas permanecen en el tiempo causándole malestar. Para saber si experimenta un cuadro de depresión el doctor Royo recomienda responder, entre otras, a las siguientes preguntas: ¿se le ve constantemente triste?, ¿da la sensación de estar vacío de sentimientos?, ¿nada le conmueve, emociona o enfada?, ¿cree que todo le sale mal, que no tiene suerte en la vida?, ¿habla muy poco del futuro y si lo hace apenas pone esperanza al hacerlo?, ¿manifiesta que no es capaz de hacer nada bien?, ¿está irritable la mayor parte del tiempo?, ¿come y duerme a deshoras, se siente muy cansado todo el día?, ¿tiene problemas para concentrarse? ¿le cuesta tomar decisiones, hablar de sus sentimientos y concentrarse?, ¿ha intentado autolesionarse?, ¿habla alguna vez de su propia muerte o del suicidio?, ¿se ha separado de su grupo de amigos? Según el psicólogo, si las respuestas hacen sospechar que el joven está bajo un cuadro de depresión, «hay que pedir ayuda al especialista cuanto antes», indica, «lo habitual es acudir no antes de que pasen dos años con síntomas, pero un diagnóstico precoz puede ayudar a atajar el problema en estadio temprano». 

Royo recomienda que los progenitores, «estén o no juntos», acudan a la primera consulta porque «es probable que haya que modificar hábitos en casa y que los padres colaboren para ayudar al hijo a superar su estado depresivo».