La hostelería de la Judería ha notado el impacto de ómicron en la oleada masiva de contagios que ha hecho mella en las, ya de por sí escasas, reservas de viajes para estas fiestas. La presidenta de Comerciantes Laura Roda puede dar fe de ello. «Los primeros 15 días de diciembre fueron muy buenos pero, del 15 en adelante, con la llegada de la nueva variante, todo ha empeorado y no han hecho más que llegar cancelaciones», explica la representante a este diario.

La llegada de reservas «por goteo» en días puntuales, llena al sector de incertidumbre, con un «descenso completo de afluencias y que, si el año pasado la situación ya era mala, en esta ocasión la ocupación se encuentra al cincuenta por ciento», explica Roda. A esto se añade la obligación que tienen los hoteles de devolver el importe de la reserva si el momento de echarse atrás en la reserva tiene que ver con el coronavirus.

Se trata de cancelaciones debido a un positivo entre los que van a viajar a la capital cordobesa o debido a un contacto cercano con un positivo, que lleva a la precaución de cancelar el viaje. El miedo al contagio fuera de casa también influye. «¿Turoperadores?, ya no sabemos ni lo que es eso», se lamenta Roda, en referencia a la gran cantidad de cancelaciones de todo tipo de actividades turísticas que contemplen reuniones con otros visitantes, pese al uso de medidas sanitarias; Ómicron está pasando por encima de todas ellas.

Pero ya no se trata solamente de los hoteles. Las viviendas de alquiler turístico que tenían prevista su ocupación con la llegada de la Nochevieja, están sufriendo de nuevo las cancelaciones. «La dinámica general son las familias numerosas que habían alquilado un alojamiento y que, debido al contagio de uno o más miembros, cancelan a última hora su estancia», explica Antonio Ramos Peman, de la Asociación de Empresas Turísticas (Emcotur), quien añade a la lista las cancelaciones en espacios que iban a dedicarse al cotillón, donde se han quedado con «las despensas llenas», cuenta.

Esto deja unos datos irregulares en la hostelería, dependiente de los comportamientos del turismo a última hora, y que no podrán tener datos sólidos hasta el final de las fiestas.