Hablar de cuero es hablar de Córdoba, de sus oficios más propios y ancestrales. Así lo analizan algunos de los artesanos dedicados al cuero que aún quedan tanto en la capital como en la provincia. Los de la capital están más especializados en cordobanes y guadamecíes, sin dejar de lado el resto de productos y ofreciendo un excelente nivel, mientras que en los pueblos se dedican en mayor medida a la guarnicionería y talabartería.

Aunque el censo de artesanos que maneja la Junta de Andalucía eleva a poco más de una decena el número de artesanos del cuero que hay en Córdoba (entre la capital, Villanueva de Córdoba, Montilla, Palma del Río, Almodóvar del Río y El Viso), la realidad apunta a algunos más. "Hay más, tal vez a menor escala, pero que tienen sus propios talleres, si bien no están censados", explican al analizar la situación del sector, "muy dañado por la intromisión de otros mercados de peor calidad y al hecho de que mucha gente no paga lo que valen estos productos, que son absolutamente hechos a mano".

Una de las respuestas más recurrentes y repetidas que aparecen a la pregunta de por qué cada vez hay menos artesanos del cuero es el proceso de mecanización de todos esos trabajos para los que este oficio era fundamental. Es el caso, por ejemplo, de los cambios experimentados en la agricultura. Manuel Mohedo, de Casa Mohedo, apunta así a las jáquimas, los cabezales que se les ponían a los burros y otros animales empleados para trabajos del campo, que representaban una enorme demanda en Córdoba.

Trabajo del cuero en el taller de Casa Mohedo. Córdoba

Uno de los debes que tiene la artesanía del cuero en la provincia es el oficio de curtidor. Entre estos se encuentra Francisco Pozo, de Villanueva de Córdoba, cuya producción apenas llega a las "500 pieles al año". Este curtidor detalla que trabaja "con el procedimiento antiguo, del mismo modo que en Fez, en Marruecos", cuyos productos son muy reconocidos en todo el mundo por su calidad. Pozo, que suma más de 30 años de experiencia curtiendo pieles, apunta que "fueron desapareciendo los talleres que había en otros pueblos de Córdoba, sobre todo en Montilla". Sí permanecen curtidores relacionados con la fabricación de los tambores en Baena.

Cordobán y guadamecí

Aunque hay diversos talleres en Córdoba dedicados al cordobán y guadamecíes, Meryan es uno de los que tienen una mayor relevancia. Su gerente, Daniel López-Obrero, la tercera generación de un negocio que abrió sus puertas a finales de la década de los 50 del siglo XX, explica las diferencias entre uno y otro. "El cordobán, que se curtía con zumaque y daba una calidad muy buena, se usaba fundamentalmente para elementos más prácticos de la vida, como guantes, platos o zapatos, mientras que el guadamecí, el cuero pintado o labrado artísticamente, era para fines decorativos".

López-Obrero repasa la historia de cordobanes y guadamecíes y afirma que los primeros empezaron a elaborarse entre los siglos VIII y X, aunque no se sabe con exactitud al no haber ninguno conservado. De los segundos, subraya, "los guadamecileros forraban de cuero habitaciones de castillos y encontramos ejemplos hechos en Córdoba en el Valle del Loira, Holanda y Bélgica". Explica asimismo que trabaja con piel de badana y vacuno.

Pero, ¿cómo empezó la familia López-Obrero en este oficio? "Mi abuelo era pintor y mi abuela estudió el cuero, así que montaron en 1958 Meryan. Luego fue mi padre el que estuvo al frente y ahora estoy yo", detalla el actual gerente. Repasa otros trabajos de notoria relevancia, como el que le regalaron al presidente de Estados Unidos John Kennedy, la participación en colecciones de bolsos de la marca Loewe, el forrado de uno de los vagones de los Talgo Barcelona-Ginebra y Barcelona-París en 1965 y un asiento del Palau Güell.

Uno de los trabajos realizados en el taller de Meryan, en Córdoba. Córdoba

Mariló Rodríguez-Campos es otro de los referentes en Córdoba de la artesanía en cuero. Por su taller del popular patio de San Basilio, 44 (antes número 50) pasan cada año, sobre todo en los meses de abril y mayo, muchos centenares de extranjeros. A los cordobanes y guadamecíes ha tenido que incorporar otros artículos hechos en cuero, como pendientes, marcapáginas o fundas para teléfonos móviles. La explicación se encuentra en su menor precio y la mayor demanda por parte de aquellos que llegan a su taller en busca de un regalo. En guadamecí, una de sus técnicas favoritas, ha hecho prácticamente de todo, desde heráldica hasta cuadros de motivos taurinos, retratos y rincones de la Mezquita.

En la elaboración de guadamecíes artísticos de estilo califal destaca José Carlos Villarejo, muy reconocido en los países árabes por su depurada técnica.

Otros nombres propios

Casa Mohedo, fundada en 1850 en la localidad cordobesa de Montoro, es probablemente uno de los centros dedicados al cuero de más antigüedad de cuantos hay en la provincia de Córdoba, como habíamos visto en los oficios de la caza. Manuel Mohedo representa la cuarta generación de profesionales de este sector tan tradicional y cordobés.

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Él cuenta cómo ha sido la evolución de este oficio en su taller de Montoro: "Mi bisabuelo Miguel se dedicaba, como muchos otros, a hacer bolillos de campo y jáquimas para los burros, pero poco a poco fue introduciendo calzado y artículos para los cazadores". A falta de curtidores locales, Mohedo compra las pieles en Palencia y señala que "vendemos en toda España, incluso hemos tenido encargos de otros puntos del mundo, entre ellos unos zapatos a Kazajistán, además de Estados Unidos, Francia o Alemania".

Francisco Pozo, curtidor de Villanueva de Córdoba. Córdoba