La noticia de la muerte de Manuel Nieto Cumplido se adentraba este jueves, a primera hora de la tarde, con pesar, en el alma cultural de Córdoba, y con dolor, en el corazón de la Diócesis cordobesa y del Cabildo Catedral, al que pertenecía por oposición, desde el año 1972. Había nacido en Palma del Río y realizó sus estudios en el Seminario Conciliar de San Pelagio, siendo ordenado sacerdote el 21 de junio de 1959. Fue coadjutor de la parroquia de San Francisco de Córdoba y, posteriormente, realizó una intensa labor sacerdotal en la zona de Peñarroya-Pueblonuevo y en algunas aldeas cercanas, donde brota su vocación por conocer los archivos parroquiales, cuidándolos y completándolos con sumo interés.

Trasladado a Córdoba, comienza su nueva singladura, primero como director espiritual del seminario y posteriormente preparándose para opositar al cargo de canónigo archivero de la Santa Iglesia Catedral, misión para la que se formaría ampliamente en Roma, especializándose en Historia de la Iglesia. Nieto Cumplido, en palabras de uno de sus colaboradores, Manuel Estévez, fue siempre "una cabeza bien amueblada, un investigador en el ancho campo del patrimonio histórico-artístico cordobés y un intelectual que pasaba muchas horas aislado, en su biblioteca, con más de cinco mil libros".

No es fácil concentrar en unas líneas toda la trayectoria de un hombre que vivió etapas difíciles y fluctuantes, tanto en la sociedad civil como en la vida eclesiástica, participando en responsabilidades culturales como delegado provincial del Ministerio de Cultura en tiempos del gobierno de UCD, y en otras muchas actividades, como su colaboración con el Catálogo Monumental de la provincia, publicado por la Diputación; como miembro de la Real Academia de Córdoba; como representante de la Iglesia en la comisión mixta Junta de Andalucía-Iglesia; como fundador también, con otros sacerdotes, del primer periódico de información religiosa de Andalucía, Iglesia en Andalucía, como profesor del Seminario Mayor, del Centro Bíblico Santa María Madre de la Iglesia y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Victoria Díez.

La gran dedicación de Manuel Nieto estuvo centrada, sin duda, en la Mezquita Catedral de Córdoba, que plasmó en uno de los más importantes libros que se han escrito sobre este monumento universal, La Catedral de Córdoba, y en el Corpus Mediaevale Cordubense, trabajo que comenzó en el lejano 1970, una gran obra publicada en siete tomos, una obra magna, con los documentos que nombran a Córdoba y su territorio desde el siglo XIII al XV. Entre sus publicaciones destaca, asimismo, La joya bizantina, el libro en el que defiende el predominio del arte bizantino sobre el omeya en la catedral cordobesa.

Pero el querido compañero Manolo Nieto sabía muy bien, no solo como sacerdote sino como gran historiador y excelente investigador, que el fin último del ser humano es alcanzar un día la felicidad eterna. La Escritura, los Santos Padres, los grandes teólogos hablaron de ella a través de imágenes para que el hombre pueda percibir, lo más acertadamente posible, cómo Dios busca hasta el final el bien inmortal de sus criaturas. Nieto Cumplido trabajó incansablemente por su Catedral de Córdoba, a la que encumbró siempre, ensalzó con ilusión y pasión en numerosos libros y estrados, difundió sus mensajes eclesiales, convirtiendo las páginas de la Historia, su especialidad, en una "buena noticia" para los pueblos y las gentes. Por eso, su Catedral, el Cabildo al que perteneció, la Diócesis y la Iglesia diocesana le despiden con amor, con dolor y con una esperanza infinita.

En el recuerdo de su persona y de su obra histórica, me gustaría evocar aquellas hermosas palabras de José Luis Martín Descalzo sobre la muerte: "Morir solo es morir. / Morir se acaba. / Morir es una hoguera fugitiva. / Es cruzar una puerta a la deriva. / Y encontrar lo que tanto se buscaba". Manolo ya lo ha encontrado. Él, que tanto amó y consagró su vida a la Historia de la Iglesia, ha entrado en la Historia de Dios, una historia que se resume en una sola palabra: Amor.