La tradición religiosa implica acudir al cementerio en el puente de Todos los Santos para dejar flores a los difuntos. Esta costumbre, sin embargo, no tiene por qué ser incompatible con acudir a las salas a bailar hasta altas horas de la madrugada con el último disfraz de moda.

La estela todavía presente de la pandemia ha potenciado la organización de fiestas particulares frente a los eventos en bares. «Hemos notado un aumento de las ventas durante los días previos a Halloween, claro, pero no como otros años porque los bares no han querido gastar en decoración», declara Rocío Delgado, de Almacenes Moyano. Pero no se trata únicamente de reducir gastos por el impacto de la pandemia, sino de encontrar los ánimos de celebración tras las consecuencias psicológicas acarreadas por las pérdidas humanas. «Nosotros estuvimos pensando hasta última hora si celebrar Halloween porque no queríamos frivolizar después de todo lo que ha pasado, pero finalmente decidimos que lo más sano era seguir con nuestras vidas, tratar de seguir adelante», explica Cepi Long, el responsable de Long Rock Córdoba.

Los Pink Cadillacs desatan esta noche su rockabilly en el Long Rock mientras se reproducen películas y videoclips de terror en las pantallas del pub y se celebra un sorteo en las redes sociales con premios para los mejor disfrazados, que suelen ser «la mitad de los asistentes, con un público cada vez más joven», declara Cepi Long. A media noche, el Automático Bar pone en marcha su celebración más tenebrosa con la pinchada de TVTV, la disc jockey americana Valeria, quien se encargará de crear el ambiente acorde para todos los que hayan decidido disfrazarse, que obtendrán un «chupito sangriento» gratis. Pero no todos los organizadores de eventos han optado por poner en marcha las celebraciones de Halloween cuando corresponde. José Nevado, el promotor de la fiesta que se celebró ayer en la sala M11, explica que eligió esta fecha por la disponibilidad de los jóvenes, su principal público objetivo.

Adornos terroríficos en la entrada de la céntrica peluquería ‘Hair Story’, en Córdoba. CHENCHO MARTÍNEZ

«El evento de Halloween es de los que mejor funcionan en todo el año, porque siempre se llena de gente, y más con el cartel tan atractivo que proponemos», explica Nevado. Se refiere al triunfo de la música house y electrohouse con la que el sábado noche se desataron las brujas, catrinas, zombies, vampiros y vampiresas de entre 20 y 35 años. «Es el público que suele acudir a esta fiesta tan americana a la que le quedan muchos años por delante», declara el promotor, también profesor de colegio, acostumbrado a ver las aulas repletas de actividades relacionadas con calabazas y tumbas de papel.

Un disfraz de moda al año

Antes de la pandemia fue Harley Quinn y esta vez, la estrella de todas las fiestas de Halloween, públicas o privadas, ha sido la representación de alguno de los personajes de 'El Juego del Calamar', la serie que ha conseguido revolver las conciencias de los padres, o de los espectadores más sensibles, con sus imágenes violentas cargadas de cinismo. Según los almacenes de disfraces, los trajes de 'La casa de papel' también triunfan. «Nuestros clientes son de todas las edades, desde niños que van disfrazados al colegio hasta más mayores que van a celebrar una fiesta en casa», declaran en el Palacio de los Caramelos. En Juguetilandia no daban abasto este pasado viernes con los rezagados en elegir disfraz para estos días.

El proceso de planear una fiesta y llevar un disfraz, ya sea comprado o fabricado, no deja de ser una costumbre atractiva que gana seguidores cada año, aunque las circunstancias lo dificulten. Dejar que el miedo y la tristeza ganen la partida, en lugar de dejarse llevar una vez por la noche, eso sí es diabólico.