Desde perder el control sobre sus propios impulsos en relación al juego, hasta cometer actos delictivos, son algunos de los síntomas que presenta una persona ludópata, según la psicóloga de la Asociación LAR (Ludópatas Asociados Rehabilitados), Ángela Muñoz. En España, 670.000 personas presentan y sufren esta enfermedad, lo que supone que casi un 1% (0,9%), es decir, casi 1 persona de cada 100 lo padece», expone la psicóloga Muñoz. 

«Nosotros en un principio sabíamos que esto era un problema, pero no sabíamos qué era exactamente», así explica la fundadora y presidenta de la Asociación LAR, Pilar Isidro, los comienzos en su lucha por acabar con la ludopatía. Ella vivió en casa con su marido la adicción al juego. «Llegó un momento que vio que tenía un problema y me pidió ayuda», confiesa Isidro. Por ello, a sus 82 años, declara llevar «media vida luchando para acabar con la ludopatía». 

Esta asociación, que actúa en Córdoba junto a otras asociaciones como Acojer, tiene como principal objetivo prevenir y curar la adicción al juego. Nació hace más de 27 años en una complicada situación, ya que «en un principio esta enfermedad ni si quiera se reconocía, por lo que la lucha por demostrar que la ludopatía era una enfermedad fue muy grande», manifiesta Isidro. 

Ángela Muñoz: "La edad media de personas con ludopatía está en los 36 años; el 44% de los que la sufren tiene menos de 26 años"

Tras recurrir a los estamentos oficiales junto a su marido, Isidro reconoce que se les trataba «como a un grupillo de locos que no sabían lo que hacían». Sin embargo, años más tarde, la OMS (Organización Mundial de la Salud) les dio la razón ya que se reconoció la ludopatía como una enfermedad. «Antes de esto conseguimos saber cómo se llamaba este problema de pura casualidad. Contactó con nosotros una señora que nos vio por la televisión para darnos la enhorabuena diciéndonos que en Estados Unidos llevaban luchando ya 10 años y que esto se llamaba ludopatía», cuenta Isidro.

La OMS define la ludopatía como «un trastorno caracterizado por la presencia de frecuentes y reiterados episodios de participación en juego de apuestas, los cuales dominan la vida del/la enfermo/a en perjuicio de sus valores y obligaciones sociales, laborales, materiales y familiares(...)».

La Asociación LAR atendió desde sus comienzos a pacientes con este problema de toda España e incluso de otros países como Portugal e Italia. «Mi marido los recogía, ya que algunos venían haciendo autoestop, los llevaba a casa para que se ducharan y comieran algo. Después, les buscábamos alojamiento para empezar con el tratamiento», relata Isidro. 

El perfil de un adicto al juego

Esto ha ido evolucionando, siendo cada vez las personas más jóvenes las que se adentran en el mundo del juego. «Cualquiera conocería el típico perfil de jugador de tragaperras de 50 años. Pero eso ya está cambiando, ya que la edad media de personas con ludopatía está en los 36 años», expone Muñoz. Esto supone que «el 44% de las personas que sufren ludopatía tienen menos de 26 años», añade Muñoz. 

La accesibilidad al juego por internet y el auge de los salones, son algunas de las causas que Muñoz subraya en el descenso de la edad en las personas con este problema. Por ello, «la prevención de adicción empieza en el ámbito familiar. Desde los 2 años hay que empezar a tomar medidas con tus hijos», explica Muñoz. 

Crescencio Muñoz: "Mi mujer me puso los papeles del divorcio en la mesa y ahí fue cuando vi que lo iba a perder todo"

Desde la Asociación LAR se trabaja con los pacientes a través de las denominadas «terapias espejo», donde mediante sus testimonios, los pacientes se ayudan unos a otros. Además, Muñoz incide en la importancia de «trabajar con la familia, la psicóloga y la trabajadora social, ya que muchas cosas van más allá de la abstinencia, como las relaciones familiares». «Todas esas cuestiones se trabajan ya a nivel individual fuera del grupo», comenta Muñoz.

Paciente rehabilitado

El vicepresidente de la Asociación LAR, Crescencio Muñoz, como paciente rehabilitado, reconoce que su día a día era ir al trabajo y echar dinero a las tragaperras en los descansos. «Mis compañeros de trabajo también lo hacían». En su caso era consciente de que tenía un problema, aunque en cierta manera, echar dinero a las máquinas había estado normalizado en su vida desde joven. «Jugaba igual tuviera problemas económicos o no», cuenta Crescencio.

Tras varios años, Crescencio comienza a pedir ayuda. «Yo empecé a salir de esto gracias a mi mujer. Me puso los papeles del divorcio en la mesa y ahí fue cuando vi que lo iba a perder todo», expone Crescencio.

Crescencio tiene claro que «sobran las máquinas tragaperras en los bares». Él mismo confiesa que no suele dar consejos a personas adictas al juego. Sin embargo, les cuenta su historia y basta con conocer su testimonio para comprender el riesgo que supone esta enfermedad.