La Guerrilla Floral que la organización del festival internacional Flora ha montado en el Paseo de la Victoria bien podría confundirse por el nombre con la típica Batalla de las flores que abre, covid-19 mediante, el mayo festivo en Córdoba. Pero nada más lejos de la realidad. Aunque el nombre invite a pensar en claveles y rosas volando por los aires con ganas de ser atrapados por el público, lo cierto es que esta Guerrilla Floral de Flora es una especie de batalla de gallos (la de los raperos) en la que en lugar de dispar versos para ganar la contienda, lo que hay que hacer es la mejor intervención natural posible.

Organizada por Flor Motion, el colectivo ganador del primer festival de Flora celebrado en Córdoba, esta actividad ha mezclado inclusión con sostenibilidad en el recientemente denominado Quiosco Joven del Paseo de la Victoria, antiguo Quiosco de la Música. Cinco colectivos amparados bajo la organización del Distrito Sur, compuesto cada uno por entre cinco y diez participantes, se han dado cita en este céntrico enclave para montar intervenciones florales con las flores recién quitadas de las intervenciones artísticas del festival. El objetivo, como ha explicado Aitana, una de las integrantes de Flor Motion, integrar a jóvenes en riesgo de exclusión en una actividad casi única que, además, aprovecha toda la vida que aún le queda a las plantas que participan en el festival.

Participantes en la Guerrilla Floral. MANUEL MURILLO

María, de Don Bosco Salesianos Social, comentaba mientras trabajaba en su intervención que intentaba recrear una explosión. También la acompañaban Jose o Fevo, del mismo colectivo.

Sin formación floral previa, estos jóvenes visitaron hace pocos días las instalaciones del festival y un día antes de ponerse manos a la obra recibieron algunas instrucciones básicas de cómo tratar a sus elementos. Muy distinto al trabajo que hacen los artistas incluidos en el cartel del festival, que vienen con un intenso proyecto previo, los más de 20 participantes han improvisado sus obras en torno al Quiosco Joven para dar una segunda vida a las flores y, por qué no, para descubrir que, quizá, su futuro se desenvuelva entre claveles.