Síguenos en redes sociales:

ENTREVISTAÁngel CañadillaDirector de la Fundación Cajasur

«Viana no es un palacio que se haya quedado en su época, es otra cosa»

«Viana no es un palacio que se haya quedado en su época, es otra cosa»CÓRDOBA

La eficacia es el objetivo de Ángel Cañadilla, cuyo ámbito de trabajo ha sido siempre el mundo financiero, aunque desde que ostenta los cargos de director de la Fundación Cajasury presidente de la Fundación Viana ha descubierto el gusto por la creatividad cultural, uno de los pilares, junto a la acción educativa y social, de la institución que dirige desde hace casi once años. Durante este tiempo, la Fundación Cajasur ha reorientado estrategias, centrándose en encontrar maneras más eficientes e innovadoras de generar impactos positivos en la sociedad. Por otro lado, esta última década ha sido decisiva para el desarrollo cultural con la concepción del Palacio de Viana como contenedor de la actividad propia de la fundación, además de generarse alianzas con distintas instituciones públicas y privadas para apoyar los eventos artísticos más relevantes de la ciudad. Pero una pandemia lo cambia todo, y Cañadilla y su equipo optaron por líneas de trabajo mucho más pegadas al territorio, actuando en donde más se estaba sufriendo en esos momentos tan complicados y reorientando casi el 80% del trabajo a programas de ayudas a emergencia covid. Casi un año después, y con el respiro que ha dado la vacunación, el director de la Fundación Cajasur apuesta por «la normalidad, aunque, hoy día, sea arriesgado».

Córdoba y Cajasur son dos palabras indisolublemente unidas. ¿Se necesitan?

Creo que sí. Son 150 años de historia en los que ha habido diferentes etapas. Surgieron dudas tras la situación que se creó en el 2010, cuando hubo una profunda transformación de todo el sector. Once años después, se es consciente de que Cajasur es un grupo financiero potente y solvente con un ADN que entronca en toda la actividad social y cultural vinculada a la relación corta con su territorio y con su ciudadanía. Toda la actividad de la fundación y del banco ha seguido con vigor y en la acción social ahí están los resultados, tanto en el terreno educativo como el campo del programa de ayudas, en el que se ha trabajado con más 120 colectivos apoyando proyectos que los mejoran. Por otro lado, está el Palacio de Viana, que se está adaptando a la sociedad y conectando con la ciudadanía.

¿En qué medida ha afectado la pandemia al trabajo de la fundación? ¿Han tenido que cambiar de estrategias y objetivos?

La estrategia ha seguido siendo la misma, trabajar por los colectivos más vulnerables, por la inclusión, por la cultura y el patrimonio... Pero una pandemia lo cambia todo. Desde los órganos de gobierno de la fundación se evaluó la situación y se optó por líneas de trabajo mucho más pegadas al territorio y nos fuimos al hueso, a donde estaba sufriendo la sociedad, a los alimentos, a gastos de las organizaciones, a mantenerlas en momentos tan complicados, como ha ocurrido con Alzhéimer Córdoba, en la que hemos liberado un apoyo de gastos de estructuras que normalmente no hacemos. Hemos orientado el 80% del trabajo de programas de ayudas a emergencia covid.

¿Qué resaltaría de la labor de esta institución a nivel social en este año y medio de pandemia?

Mantener la intensidad del apoyo y leer bien las necesidades que se estaban dando día a día. Lo importante no era tanto cómo iba a quedar el proyecto, sino adaptarlo a esa situación de emergencia, algo que el banco supo ver desde primera hora y nosotros nos integramos en ello. Ha habido varias veces que hemos estado coordinando trabajos de ámbito social con financieros y con la propia situación de las instituciones. También destacaría la capacidad de reacción, la fortaleza de los recursos que el banco apostó por mantener, aun siendo una situación muy complicada, y la cercanía que hemos mantenido con nuestras principales fuentes de atención, que son los colectivos más vulnerables. Por otro lado, hemos hecho un esfuerzo con el programa de vacunas de Unicef para el tercer mundo, sumándonos a él.

¿Se ha sentido impotente en alguna ocasión a largo de este tiempo?

No. La situación era desoladora, pero teníamos las herramientas. Había un montón de gente trabajando, como el padre Ángel, que transformó la iglesia del Parque Figueroa en un almacén de banco de alimentos. Nos hemos sentido útiles porque, aunque había un montón de trabajo, también había muchas personas con ideas y ganas de solucionar problemas a las que hemos apoyado. Lógicamente, ha habido veces en las que nos hemos preguntado cómo atender a tanto, pero recursos y personas han dado para no pensar a cuántos no llegábamos, sino en que estábamos haciéndolo en la dirección adecuada.

¿Qué proyectos rondan su cabeza ahora que la pandemia puede dar un respiro con la vacunación?

Vamos a potenciar la educación financiera. Creemos que hay que educar a las nuevas generaciones en la responsabilidad financiera, un trabajo lento y costoso que hay que hacer en los colegios porque si no acabaremos tomando decisiones rápidas y poco seguras. También nos queremos centrar en los proyectos de empleabilidad.

Poco a poco se ha ido recuperando la agenda cultural, abriendo de nuevo el Palacio Viana, la joya de la corona. ¿Qué significa este espacio para la fundación?

Es la seña de identidad. El Palacio cada vez tiene más presencia en la fundación, no ya porque es una joya y lo es desde hace cinco siglos, tampoco porque su discurso es una casa vivida con todas sus colecciones ni porque se identifica con la forma de vivir en Córdoba en torno a un patio o porque sea un verdadero cinturón verde de la ciudad, sino porque el palacio ha ido cogiendo fuerza en Córdoba en su sector cultural y social. Se puede tener un patrimonio, cuidarlo y sostenerlo, pero, además, Viana es la casa de todos.

El Palacio es anfitrión de todo tipo de actos, desde conciertos, teatro, reuniones y exposiciones. ¿Qué sorpresas nos esperan?

El Palacio de Viana está desarrollando un nivel de actividad que lo integra en la ciudad, en las principales tradiciones y su patrimonio cultural como son los patios, y, además, le hacen ser sostenible. Durante los meses que estuvo cerrado, tratamos sobre cómo integrar las bodas civiles y ahora ofrecemos la posibilidad de que la gente se pueda casar en el palacio. El producto se denomina Sí quiero en Viana. Por otro lado, no olvidemos el archivo que posee, al que pasarían los nombres de las parejas que decidan casarse allí, lo que supone, de alguna manera, entrar en la historia del recinto, igual que las hijas de los marqueses.

El programa veraniego está teniendo éxito. Parece que los cordobeses tienen ganas de cultura.

Lógicamente, todo el mundo necesita alimentarse espiritualmente. Viana siempre ha procurado tener esa derivada que, quizá, no pertenece a un palacio, pero sí a un contenedor cultural que se inserta en un enorme casco histórico y está orientando esa actividad cultural para que la ciudadanía pueda disfrutar en un espacio icónico de las máximas expresiones del arte.

¿Ha sido difícil conseguir la programación de estos ciclos bajo la losa del covid?

Supongo que para los programadores culturales del palacio ha sido complicado, pero son personas muy creativas y con ganas de hacer cosas. Por otro lado, la fundación ha tenido que hacer frente a una falta de ingresos importante del propio palacio por la ausencia de visitantes durante mucho tiempo. Eso exige un esfuerzo porque, además, se está sujeto a una incertidumbre importante. Pero hay que apostar por la normalidad aunque eso, hoy día, sea arriesgado .

Viana es historia, pero también aspira a la vanguardia. ¿Lo ve necesario?

Si Viana fuera un palacio que se ha quedado en su época, que se dedica solo a conservar, coleccionar y comunicar el conocimiento de que se atesoró, diría que no. Pero Viana ya es otra cosa. Además de ese programa de conservación y esa tutela y difusión de la colección, el recinto se ha conectado con la ciudad. Y prueba de ello es el apoyo contra viento y marea que este año hemos mostrado al festival Flora, sumándonos a este evento e intentando que otras instituciones lo hicieran. La apuesta era muy complicada, pero pocas veces se pueden conjugar patios, flores y arte de forma tan novedosa si no es con un festival internacional de arte contemporáneo sobre instalaciones florales. Merecía la pena formar parte de esta atracción, que se realiza en octubre, equilibra la temporada de visitas y da otra visión sobre estos espacios, además de atraer a artistas internacionales de primer nivel para que Córdoba se vista de flores, pero con arte contemporáneo.

¿Qué porcentaje de actividades son gratuitas en Viana?

El 40%. El palacio es sostenible haciendo un guiño a la sociedad, y en la pandemia hemos hecho apertura continuada para que Córdoba pudiera disfrutar de ese espacio.

Uno de los objetivos al revitalizar Viana también tiene que ver con dar valor a su entorno y atraer el turismo a esa parte del casco histórico. ¿Ve avances en este aspecto?

La tarea es muy grande. Estoy viendo iniciativas, dinámicas de colectivos que están viendo la forma de dinamizar la zona. Pero la Axerquía es muy grande, su patrimonio, enorme y la capacidad de rentabilizarla, con los recursos que tenemos, es muy limitada. Creo que hay que crear una estrategia a largo plazo que nos vaya permitiendo que sea más vivo. Se están dando pasos, pero hay que darlos en la dirección adecuada. Lo que no hay que perder es la orientación estratégica y tener una visión a largo plazo y conectarse fluidamente con el gran centro importante de dinamismo que es la Mezquita. Cuando eso suceda, conseguiremos hacer de la Axerquía ese espacio que queremos para vivir. Queda recorrido, pero creo que se empieza a trabajar en ello. Nosotros realizaremos con el Cabildo en octubre una actividad muy interesante en torno a las iglesias fernandinas.

Ahora se habla mucho de potenciar la cultura en Córdoba y de su capacidad como motor de desarrollo. ¿Cree que la ciudad podría convertirse en un referente a nivel nacional?

El talento está y las ganas también. Y creo que llegará un momento en el que todo eso se conecte. Podemos hacer un paralelismo con lo que ha sucedido con la Base Logística, que ha llegado a Córdoba porque había un montón de activos que no estaban aprovechados. Y eso es lo que creo que pasará con la cultura en Córdoba, creo que tiene potencial y lo desarrollará en poco tiempo.

¿En qué ámbito de su trabajo disfruta más?

Vengo del mundo financiero y económico, de gobernanza y dirección, y me encontré con un espacio muy diferente al que me costó adaptarme porque aquí hablamos de vulnerabilidad y sensibilidad. Disfruto con los colectivos que se sienten escuchados, además de apoyados, y también me gusta mucho en pensar cosas nuevas para Viana. Me gusta integrarme en esos equipos creativos que desarrollan eventos. Son momentos divertidos y gratificantes.

¿Qué es lo que peor lleva?

El trabajo administrativo es más árido y no es tan gratificante como la creatividad. Lo que ocurre es que esa labor se transforma en fortaleza y éxito. Lo que peor llevo es trabajar en la bodega del barco, pero eso te permite salir a velocidad de crucero disfrutando con la sociedad y los colectivos.

Lleva casi once años como director de la Fundación Cajasur y presidente de la Fundación Viana. ¿Qué balance hace?

Sorprendente. Por lo que hemos podido hacer y por la satisfacción personal que he podido acumular. Creo que es la mejor etapa de mi vida, tanto profesional como personalmente.

Pulsa para ver más contenido para ti