Dos niños dejan de dar patadas al balón. El sol cae con aplomo. Uno no lleva camiseta; el otro, de franjas negras y rojas, se empeña en marcarle un gol. El juego consiste en tirar, correr a por la pelota y volver a tirar. Una señora pasa por detrás sin inmutarse. Es sábado por la mañana, pero podría ser jueves por la tarde, o lunes. Los niños se detienen no por la señora ni por el calor, sino por la música.

Es habitual que de los patios de Las Palmeras, el sexto barrio más pobre de España, salga música, a veces de estridentes altavoces, otras de las gargantas. La del Pico de Almanzor tiene nombre y mucho sentido. Kuko, Colorao y Fernando, 23, 22 y 19 años, pocas veces escribieron en el colegio, pero su sensibilidad artística les ha llevado a crear algo juntos, en comunidad: El Fumaero, un grupo con el que pretenden abrirse camino en la era postpandemia.

Los componentes del grupo El Fumaero, en su patio. JOSÉ JUAN LUQUE

Quizá hartos del estigma del barrio, de que les digan que no llegarán a nada, la música de estos jóvenes nace por instinto, por la necesidad de trascender y sentirse únicos. Sueñan con grabar, con dar conciertos, pero también con la libertad. «La música es mía y la hago por mí, no por nadie», apunta Kuko. «Para una cosa que tengo, no la vendo». Cuentan que comenzaron a escuchar flamenco, Camarón, Parrita, El Pelos, Manzanita, y también rap en inglés que no entendían, a Kendo Kaponi, Ñengo Flow... «Aunque sean de otro país, estamos viviendo lo mismo, la realidad de nuestros barrios».

Y la realidad es que no tienen un lugar donde ensayar, ni donde aprender o ver arte, no hay espacios culturales, no hay casa de la juventud, no saben dónde grabar. En su tránsito a la adultez solo reciben golpes, a los que responden con versos improvisados, canalizando su rabia y reflexionando sobre su identidad, ante un presente que les aplasta. «Yo llevo cuatro años apuntado al paro y no me han llamado ni para un curso», reconoce Colorao. Es un rap político. «¿Para qué voy a estudiar si cuando acabe el colegio no me van a dar un trabajo?». Es una vida tarareada en forma de interrogante. «¿Por qué castigáis a los nenes? Si uno deja la escuela, ya le echáis la cruz. A lo mejor hay otra solución».

La música de Kuko, Colorao y Fernando se puede escuchar cualquier tarde en el barrio de Las Palmeras, y también en el canal de Youtube que estos jóvenes han creado: El Fumaero S.L.

La música de Kuko, Colorao y Fernando se puede escuchar cualquier tarde en el barrio de Las Palmeras, y también en el canal de Youtube que estos jóvenes han creado: El Fumaero S.L. JOSÉ JUAN LUQUE

Son acordes directos, callejeros, violentos. «¿Ustedes veis la mierda que hay ahí? Aquí hay trabajo para la gente del barrio y si tuvieran que trabajar aquí, la cosa cambiaría. Yo limpié las escaleras de mi bloque hace dos días, sube a ver cómo están».

Es un estribillo de denuncia ante la falta de futuro: «Mucha gente parada, mientras otros se llenan los bolsillos de billetes, se comen las ayudas». Es una palabra maldita: «La pobreza que tenemos aquí; ¿no te van a robar?». Es un grito descarnado. «Ni barrenderos ni nada. ¿Somos personas?»

Es un guantazo en la cara. «El de la lavadora no quería venir». Una odisea. «Tampoco el fontanero. Que te repartan de comer, aquí no, aquí nada; si quieres, sal fuera». Es una mentira: «Tuvimos que decirle que éramos de Miralbaida». Es una ilusión: «¿Y montar una empresa de reparto?».

Manos de Kuko, Colorao y Fernando. JOSÉ JUAN LUQUE

Son apariencias y un disfraz: «Parece que la vida es vender droga, ganar dinero, pero cuando eres niño tú no sabes que esa vida tiene una consecuencias». Son paredes que esconden una herida: «La calle, sí, tú te la gozas, pero a lo mejor en casa estás llorando porque hace dos años mataron a tu hermano». Es un callejón destructivo: «Tú no puedes pretender que una persona esté siete años en la cárcel, salga y no siga haciendo lo mismo; desde ahí tienes que corregir porque salen muertos».

Son tres corazones vivos. «Muchas cosas que nos duelen, rabia, me defraudan, me libero, hablamos mucho de nosotros, de cómo estamos, eso son nuestras canciones».