Aunque nunca se sabe, con el curriculum de Nuria López (Écija, 1978), hija de un albañil y de una trabajadora de la limpieza que le inculcaron los valores de la lucha obrera y a cuyo sacrificio le debe haber podido cursar por primera vez en su familia una licenciatura universitaria, difícilmente podía haber terminado en la confederación de empresarios. La secretaria general de CCOO Andalucía responde ágil y enérgica a las preguntas que le formulamos por teléfono desde la nueva sede del sindicato en Sevilla, una organización a la que se afilió en 1999 y que 18 años después terminó dirigiendo. Aunque nunca se sabe, lo suyo era una ecuación exacta.

-Todas las mañanas escucho un anuncio en la radio que anima al trabajador a contratar los servicios de una asesoría jurídica para defender sus intereses en un ERTE. La solución a un conflicto colectivo por la vía de lo individual, ¿han perdido los sindicatos la batalla o solo la del márketing?

-Tenemos más dificultades para situarnos en el escenario público y tener ventanas a los medios. Cuando hay un conflicto colectivo sí se asoman, pero cuando los conflictos colectivos se convierten en cotidianos dejan de ser noticia por desgracia. No obstante, el sindicalismo de clase confederal ha recuperado una parte de espacio en esta crisis que habíamos perdido por hechos reputacionales que no fueron verdad. En la pandemia hemos aumentado la filiación neta es más de 3500 personas, muchas mujeres y jóvenes que vienen de sectores muy precarizados. CCOO tiene 157.000 afiliadas cotizantes, hemos atendido muchísimas llamadas y hemos estado en muchísimas empresas durante esta pandemia. Creo que es más rumorología, una fake news para que los trabajadores no vean que tienen un instrumento de defensa, pero lógicamente contra la gran banca lo único que tenemos es el día día, estar en primera línea defendiendo a nuestros compañeros. Se ha visto en la crisis, cuando hemos pedido epis y firmado ocho acuerdos con el Gobierno de este país para que los trabajadores tuvieran protección. Es el caso de los ERTE que han sido un instrumento clave para que no se caiga la economía. Por tanto creo que el sindicalismo de clase goza de muy buena salud.

-Se afilió a CCOO en 1999, cuando aún estudiaba Derecho en Sevilla, y 20 años más tarde ha terminado dirigiendo el sindicato en Andalucía, ¿cómo lleva el cambio del megáfono por el despacho?

-Me siento más cómoda en otros escenarios, pero el sindicato tiene que ocupar también espacios institucionales porque permiten a los trabajadores recuperar derechos o generar nuevos. Si para lo que defendemos en las empresas sobre el teletrabajo, no hay una ley que lo ampare, las empresas solo lo utilizarán como ahorro de costes. Sin la vía institucional cuesta mucho más trabajo. He acabado viendo que la acción institucional también tiene consecuencias en los trabajadores, pero me sigue gustando el megáfono

-No es incompatible, vaya.

-Para nada. El 1 de diciembre le hicimos una movilización al Gobierno andaluz para exigir un plan de choque y aunque no había megáfono si había un escenario de reivindicación contundente.

-¿Cómo valora CCOO la gestión de la crisis del Gobierno andaluz?

-Le damos un 5 raspado porque somos responsables y entendemos que gestionar una pandemia mundial no es fácil para nadie. Pero a la misma vez creemos que debemos ser reivindicativos y exigimos propuestas al Gobierno andaluz que está desoyendo. Estamos pidiendo un plan de choque para las personas más vulnerables, que no tienen empleo o han tenido una situación de inestabilidad laboral o un contrato temporal y hoy se ven en situaciones de ERTE con prestaciones muy bajas, de miseria. El Gobierno andaluz está desoyendo esa reivindicación que serviría para llenar el frigorífico y reactivaría el consumo local y el comercio de barrio. Otras comunidades como Valencia o el País Vasco lo han hecho. El Gobierno andaluz por no mancharse la gestión se pone de perfil ante esta situación. O la renta mínima para los que no tienen absolutamente nada. Ya no digo nada de los sectores productivos: la aeronáutica, la agro-industria o el turismo, que ya vemos cómo están. Su gestión se basa en dar ayudas a fondo perdido, sin un retorno social que se base en el empleo. El Gobierno andaluz no está haciendo lo que debe, ponerse al frente para que los andaluces no lo pasen mal o que personas que no pueden pagar la luz o la vivienda no tengan esta situación.

-¿Y el Gobierno central?

-Lo ha demostrado con 8 acuerdos, que van desde los ERTE hasta un escudo social que protege a las pymes y autónomos con ayudas al alquiler o la exoneración de la cuota, que intentan sostener la economía, mantener los servicios públicos e intentar reforzar la estructura del empleo. Nos parece que el Gobierno va en la buena línea de no recortar y de sí invertir. Lo que queremos es que no escuche los cantos de sirena de las políticas austericidas que se llevaron a cabo en las anteriores crisis. Ahora hasta Europa ha dicho que hay que invertir y creemos que es un error que congele el salario mínimo interprofesional (SMI), que afecta a trabajadores que no llegan ni a los 500 euros. No entendemos que el Gobierno cometa ese error garrafal de no hacer ni siquiera un gesto simbólico entre estas personas, que reactivaría la economía porque gastarían en elementos de primera necesidad.

-Ayer mismo, el ministro de Seguridad Social dijo que el salario mínimo debe subir cuando pase la pandemia, dígale algo.

-No lo compartimos. Eso lastra a la economía y deja a muchas personas en situaciones vulnerables. Hay que ayudar a quienes están en situación extrema a superar la dureza de la pandemia porque ha subido la luz, la carne y el pescado. Esas familias necesitan un gesto del Gobierno de España. Creo que se confunden PSOE y Unidas Podemos si no hacen ese gesto. El SMI solo se ha congelado en este país en el 2012 y el 2014 con el PP. ¿Qué mensaje mandan? ¿Qué el austericidio es la solución? Es un error político garrafal, igual que gestionar una crisis económica con una reforma laboral que se ha mostrado fracasada.

La secretaria de CCOO en Andalucía, Nuria López.

-¿Qué espera del documento que el Gobierno central ha enviado a Bruselas con las líneas de la reforma laboral y la de las pensiones? Parece ser que ya no figura el polémico aumento a 35 años para calcular las pensiones…

-No conocemos el documento, solo lo que se ha publicado. Veríamos un error en este momento de reconstrucción y transformación de la estructura productiva del país, con los fondos europeos que vienen y que podrían ser una posibilidad histórica, sería un error que el Gobierno se anclara en las políticas austericidas de los gobiernos de derechas. El mensaje de Europa es invertir, transformar para hacerlo más sostenible, digitalmente más avanzado y socialmente integrado y sin dejar a nadie atrás. Sería un error gestionar esta crisis con una reforma laboral anclada en el pasado y que está fracasada como demuestran los datos. Hablaba de acabar con la temporalidad y el 95% de los contratos que se hacen en Andalucía son temporales. Y los bajos salarios son frutos de esa reforma que ha permitido que muchas empresas se descuelguen de los convenios sectoriales. Hay muchas sentencias que advierten de que la subcontratación es una maraña, una selva, donde las empresas campan a sus anchas. Además es un compromiso electoral de los dos partidos. ¿Qué mensaje están dando a esa población trabajadora diciéndoles que no van a cumplir sus compromisos?

Y respecto a las pensiones, me parece una barbaridad volver a recortar y perjudicar al sistema pública. Hay recomendaciones en el Pacto de Toledo que hablan de que hay que reforzarlas desde la estructura: empleo con derechos e ingresos al sistema. Lo mismo habría que sacar de ahí gastos que no le pertenecen como las bonificaciones de los contratos que se hacen en los ERTE. En la idea fuerza de no dejar a nadie atrás, si el Gobierno no evita la congelación del SMI, derogar o reformular la reforma laboral y derogar la reforma del 2013 cometería tres errores garrafales, económicos, de justicia social y políticos porque confunde al electorado.

-¿Hasta qué punto se han aprovechado las empresas de la coyuntura para precarizar los empleos y bajar los salarios? ¿Qué margen le queda al trabajador para defenderse?

-Le queda la reivindicación y la acción colectiva. En las empresas con mayor afiliación hay mayor capacidad para equilibrar las reglas de juego. La afiliación sindical y la reivindicación son la base fundamental para avanzar en derechos. Las empresas están recibiendo una cantidad ingente de recursos. Queremos que los haya para que sea más fuertes y se sitúen en un escenario futuro con empleo de calidad y para que no despidan al trabajador transcurridos los 6 meses que tienen que mantener el empleo por el ERTE.

-Ustedes y UGT han pedido un compromiso con el mantenimiento del empleo a las empresas que reciban ayudas públicas. ¿Eso cómo se controla?

-Con más inspección de trabajo y con nuestros delegados sindicales. Necesitamos un cambio de mentalidad empresarial porque hay empresas que se sitúan en el siglo XIX y tratan al trabajador como un pseudo esclavo. La mentalidad del rentismo, del sacrificio sobre las espaldas de los trabajadores es muy antiguo. La negociación colectiva es el instrumento para dejar atrás esa mentalidad. Nos parece una barbaridad que el primer mecanismo de una empresa para salvar una coyuntura sea el despido, eso es muy antiguo. Me sirvo del ejemplo de la cafetería que tiene varias variantes de pan y cuando hay crisis la empresa en vez de mantener los 5 tipos de pan va quitando pan y va perdiendo clientes. Al final pierde la clientela y cierra. Si los trabajadores tienen cada vez menos dinero para ir a desayunar, pero la cafetería en lugar de invertir quita pan al final acaba en el cierre. La inversión es importante. Hay un trasvase de dinero público a las empresas y eso tiene que cambiar la mentalidad, que puede ser la palanca o el lastre para que este país crezca.

-El problema es que en estos momentos hay muchas cafeterías que no tienen ni para comprar 5 tipos de pan ni para mantener al camarero.

-Hay que diferenciar entre grandes empresas y pequeños negocios como los que hay en Andalucía. También hay que decir a las grandes empresas proveedores que no exijan los pagos inmediatos a esas cafeterías y permitan morosidad. También para eso hay un escudo social que ayuda a tener gastos fijos cubiertos. Hay empresas que siguen ganando muchísimo dinero y a través de los fondos europeos van a seguir haciéndolo. No es la cafetería la que va coger esos fondos. A esas empresas hay que exigirle responsabilidad con el negocio de barrio y con las pymes.

-La pandemia también ha evidenciado la fortaleza y la fragilidad de los servicios públicos.

-En un año se ha visto un deterioro importante y cómo se ha sometido al estrés al servicio público por no tener la plantilla adecuado, como veníamos denunciando los sindicatos. Se ha creado un relato falso, pero hay un déficit de plantilla en la Sanidad, en la Educación, en Servicios Sociales, que ya estaban tocados desde que se impuso la tasa de reposición. La pandemia ha demostrado que el servicio público es útil y que vienen deteriorados y necesitan renutrirse con ofertas de empleo y de estabilización del personal. El Gobierno andaluz está utilizando ese estrés que tiene el sistema público para privatizar. En la sanidad están sacando servicios y creando una conciencia para que los ciudadanos paguen y además vamos a pagar las facturas.

-En 2020, España destruyó 622.600 empleos y la tasa de paro aumentó hasta el 16,13%, rozando el millón de desempleados en Andalucía. En lo económico, ¿están también colapsadas esas ucis?

-En CCOO estamos muy preocupados con estos datos. El problema además es que ahora mucha gente sigue en ERTE --en octubre había 22.000 en Andalucía-- y que cuando pasen los 6 meses y se pierda la condicionalidad del empleo nos tememos que haya un río de despido. Nos preocupa bastante.

-He leído que aprendió más en las obras que en la antigua Tabacalera, donde estudió Derecho. ¿Qué le puede enseñar un albañil a un catedrático?

-En la Facultad aprendes teoría y es importante que los hijos de los trabajadores hayamos llegado a la Universidad y a espacios topados como los puestos de dirección de las grandes empresas. La obra me enseñó cómo es ganarse la vida en circunstancias adversas. Tiene que haber una conexión entre los dos mundos para que el puzzle sea más perfecto. Vengo de una familia humilde, siempre he tenido esa conciencia de clase, pero me ratificó.

-A más de uno, de todos modos, habría que mandarlo un tiempecito a la obra.

-Yo siempre digo que habría que meter las manos en el bidón de agua a las 6 de la mañana en invierno. Ese encallecimiento de las manos permite muchas cosas. Esa conciencia es clave para saber de dónde viene uno y dónde va.

-CCOO ha puesto a disposición de la ciudadanía su archivo histórico para reivindicar el papel que jugó el movimiento obrero en la conquista de la libertad, ¿se le ha olvidado a este país que la Transición no fue un acuerdo de las élites políticas y que hubo lucha por la conquista de los derechos?

-Hubo muchísimas huelgas y movilizaciones, mucha represión, despidos y muertes. El movimiento sindical, las Comisiones Obreras y el Partido Comunista jugaron un papel fundamental. Borrar eso de la historia, esa amnesia que se ha querido imponer es un gran error. Al César lo que es del César. Los trabajadores jugaron un papel importante. Si se olvida eso, mal. Igual que ahora, los trabajadores están jugando un papel importante y han demostrado que sin ellos no se mueve el país: tanto en los servicios esenciales como en los acuerdos, que se estudiarán. Queremos poner a disposición de la Universidad y los investigadores nuestro archivo histórico, pero también a los propios trabajadores para demostrar que esa fuerza movió a una parte importante de la dictadura de este país. La democracia no cayó del cielo, detrás hubo mucho sacrificio y esfuerzo. Eso del régimen del 78 es un error, porque dentro de las fuerzas que teníamos poder conquistar la democracia, lo que se hizo con mucho sufrimiento, lágrimas y sangre.