Eutimio Tercero es el director provincial de Inspección de los centros sanitarios. Desde que empezó la pandemia, su actividad se ha multiplicado visitando residencias de mayores y organizando su medicalización en caso necesario. En medio de la vorágine, hace un alto en el camino para explicar cuál es la situación.

-¿Cuál es la situación de los brotes en residencias de mayores en este momento?

-Los datos son dinámicos, pero hasta ahora (viernes 23), existen diez brotes activos en la provincia y otros, como el de Luque, ya están controlados. Hay que tener en cuenta que hay 85 residencias de mayores donde viven 5.159 residentes y de ellos, desde el 1 de septiembre, ha habido 362 positivos de los que han acabado ingresados un 7%. A día de hoy, hay unos 180. Desde el 1 de septiembre han fallecido 35 residentes y desde el inicio de la pandemia, 110.

-Las cifras de fallecidos son preocupantes, sobre todo, en esta segunda ola en la que cabía esperar una mejoría. ¿Qué carencias detectan, qué se está haciendo mal?

-Las residencias, en estos momentos, están mucho mejor preparadas que en la primera ola, cuando nos pilló a todos con la guardia caída, con una falta de información y desprevenidos, pero hay que tener en cuenta que, en ese momento, estábamos en un estado de alarma en que se restringió el movimiento. Ni los familiares ni los residentes podían circular con normalidad y eso contribuyó al mayor control de los contagios. Hablamos además de población muy vulnerable, de 80-85 años, pluripatológicos... y aunque se está haciendo todo lo posible, también es cierto que, por muchas medidas que se tomen, el riesgo cero no existe. ¿Qué se está haciendo mal? En las inspecciones, hasta el momento, no hemos detectado carencias constitutivas de una irregularidad administrativa que conlleve un expediente sancionador. Si eso ocurriera, abriríamos un expediente de inmediato, y si detectáramos carencias constitutivas de delito, daríamos aviso a Fiscalía.

-¿Cuántas inspecciones se han realizado desde que empezó la pandemia?

-Tenemos un programa de inspección en curso que empezó en junio y hemos visitado las 85 residencias de mayores. Estas inspecciones perseguían que las residencias estuvieran preparadas para una segunda ola. El programa ha tenido tres fases. En la primera, solicitamos a las residencias que nos informaran de su plan de contingencia, las medidas de prevención y si conocen los mecanismos de notificación. En una segunda fase, nos hemos reunido con cada director de las residencias, con responsables de epidemiología, de enfermería, la enfermera gestora de casos y la inspección, entre otros. En esas reuniones, hemos estudiado la documentación presentada y hemos apuntado las deficiencias que debían subsanar. Por último, hemos visitado todas las residencias para comprobar que lo que nos presentaban en teoría era factible en la práctica, los circuitos, la sectorización... El resultado es que hay algunas, pocas, que tienen más dificultades para la sectorización o para establecer circuitos claros de movimientos de personas para evitar los contagios por la infraestructura de la que disponen, pero en líneas generales los resultados son buenos y nos consta que los centros han hecho un gran esfuerzo en coordinación con los profesionales sanitarios para adaptar las residencias.

-¿En qué medida la experiencia de la primera ola ha servido para mejorar en esta segunda?

-En la primera fase no solo no sabíamos a lo que nos enfrentábamos sino que no disponíamos ni de medios materiales de protección y las residencias no estaban preparadas. La experiencia acumulada es la que nos ha servido para esos planes de contingencia.

-La cifra de contagios y de fallecidos, ¿no es demasiado alta para haber estado ya prevenidos?

-Se están haciendo muchísimos más tests diagnósticos ahora que entonces, con lo cual el grado de conocimiento de los positivos es mucho mayor. Es una medida buena porque nos ayuda a contener, pero refleja más positivos. De ahí que la gran mayoría de los positivos están siendo asintomáticos, a diferencia de la primera ola.

-¿Cuántas residencias se han medicalizado hasta ahora? ¿Esa medicalización sirve para reducir los traslados hospitalarios?

-En la primera ola se medicalizaron dos residencias y en esta, de momento, cuatro y alguna más que está en proceso, tres en la capital y una en el área sur. Seguimos dos criterios para la medicalización. Tiene que haber un brote y a partir de ahí vemos si hay falta de recursos humanos, si la irrupción del virus ha afectado al personal en la residencia y, por otro lado, estudiamos el criterio clínico. No es lo mismo una residencia de sintomáticos que una donde hay muchos residentes con síntomas. La medicalización consiste en un refuerzo de la asistencia sanitaria que se presta desde lo público cuyo objetivo no es evitar que haya ingresos en los hospitales sino todo lo contrario. La medicalización pretende conocer la situación clínica de los pacientes para que los que requieran ingreso se haga a la mayor brevedad posible, permitiendo además que reciban esa atención en su entorno, sin salir de su zona de confort. La actuación en cada residencia depende de las circunstancias. En algunos casos, puede suponer que varios médicos acudan todos los días o que manden tres enfermeras a cada turno, o dar apoyo por parte del hospital con especialistas, normalmente de Medicina Interna.

-¿Cuántos tests se han realizado ya en lo que va de pandemia?

-Algo más de 18.200 tests de antígenos entre centros de mayores y de discapacidad que son los centros a los que hacemos seguimiento activo. En Córdoba capital, 5.159 tests.

-¿La pandemia ha llevado a muchas familias a llevarse a sus mayores de las residencias? ¿Se ha producido un éxodo por miedo al contagio?

-No. No ha habido esa salida masiva. La normativa permite que el residente salga a su domicilio y eso ha pasado en un pequeño porcentaje. Sin embargo, por lo que nos cuentan en las visitas de inspección, está habiendo muchas solicitudes de ingreso. Cuando no hay positivos en una residencia, esos nuevos ingresos se pueden llevar a cabo sin problema.

-¿Son seguras las residencias de Córdoba en este momento?

-Creo que están mejor preparadas que en la primera ola con muchas medidas de prevención, formando a los trabajadores, pero insisto en que el riesgo cero no existe ni en residencias ni en ningún sitio.

-¿Hay que esperar a que haya un brote para medicalizar una residencia? ¿No sería mejor dotarlas de más personal médico de forma preventiva?

-La inmensa mayoría de residencias tienen su propio personal sanitario, un médico y enfermeras. Además, tienen una enfermera gestora de casos y un médico de referencia. En circunstancias normales, con este personal es más que suficiente, no tiene sentido volcar más personal cuando es necesario en hospitales, por ejemplo. Sería hacer un uso ineficiente de los recursos. Y si una residencia tiene positivos, pero no son sintomáticos tampoco procedería.