La empresa pública Emacsa, recibe el premio Cordobeses del Año 2019 por su trayectoria. Su presidente, Ramón Díaz-Castellanos repasa la historia y el momento en que se encuentra la compañía.

Los premios Cordobeses del Año han condecorado la trayectoria de Emacsa. ¿Qué considera usted que ha definido a la empresa municipal durante estos últimos 50 años de actividad?

En primer lugar, me gustaría dar las gracias al Diario Córdoba por esta distinción, que goza de un gran reconocimiento por parte de la ciudadanía cordobesa y que Emacsa guardará en un lugar destacado de su historia. Lo hago en mi nombre, en nombre de toda la plantilla y del actual gerente, Rafael Carlos Serrano, y, por supuesto, con el reconocimiento y el agradecimiento a quienes han ocupado la presidencia y la dirección de esta casa en sus 50 años de trayectoria. Ha sido un camino de mucha dedicación por parte de los hombres y mujeres que desarrollan el trabajo diario de Emacsa, por eso no encuentro mejor forma de definir su 50 aniversario que hablando de excelencia y de superación constante para prestar el mejor servicio cada día.

Como empresa pública, ¿qué responsabilidad tenéis con la ciudadanía cordobesa?

Como empresa pública nuestra responsabilidad es prestar un servicio de calidad a las personas usuarias, si a eso le añadimos que estamos ante un elemento vital que marca el rumbo de nuestras vidas como pobladores de las distintas zonas de la tierra, la responsabilidad crece y se convierte en un servicio esencial. Nuestra implicación es total y absoluta, sabemos que nuestro servicio no es opcional, por eso, desde aquí quiero reconocer una vez más el trabajo que realizan las personas que integran Emacsa, y que nos ha valido un grado de satisfacción por parte de la ciudadanía que roza el 10 sobre 10. Esa es la mejor garantía que se puede dar a un servicio tan sensible como el que gestionamos desde Emacsa.

¿Cuáles son los principales retos a los que se ha enfrentado durante el tiempo que ha estado al frente?

Sin duda, la crisis sanitaria ha marcado un antes y un después. Es duro ver que alguien no puede hacer frente a un servicio tan esencial como el agua; por eso pusimos en marcha un paquete de medidas económicas y ayudas sociales destinadas a paliar los efectos del estado de alarma, contribuyendo a la protección de las personas más vulnerables, así como de las empresas y autónomos, evitando que la factura de agua y saneamiento fuera una carga añadida en tiempos tan difíciles. Ha sido y sigue siendo una dura prueba de superación. A las incertidumbres personales de cada uno de nosotros, se suma la necesidad de dar una respuesta eficaz, que priorice la seguridad de nuestros usuarios y también de nuestra plantilla. Nuestra hoja de ruta se ha marcado y ha quedado plasmada en un plan de contingencia donde se han pormenorizado todos y cada uno de los aspectos a tener en cuenta para conseguir el objetivo final: mantener la calidad del servicio sin poner en riesgo a nuestra plantilla.

El agua de Córdoba es un referente nacional y eso es, en gran medida, gracias a Emacsa y a su excelente gestión. ¿Siente que Córdoba conoce y valora su labor?

Emacsa ocupa un lugar de referencia en el sector del agua a nivel nacional e internacional. Creo que Córdoba se siente orgullosa de su empresa de aguas, aunque a veces, dar las cosas por hecho pone difícil ser profeta en tu tierra. En Córdoba, la calidad del agua y del saneamiento es algo que en muchas ocasiones se da por hecho, pero eso no impide que nos llegue el reconocimiento de la ciudadanía. Sus índices de satisfacción nos llegan a través de las encuestas que realizamos y como ya he indicado son muy favorables.

¿Hacemos los cordobeses un uso responsable del agua? ¿Cómo deberíamos mejorar?

El agua es un bien limitado. Lo recordamos continuamente en nuestras campañas de sensibilización, en nuestros talleres para escolares, en nuestras redes sociales. Tras periodos largos sin lluvias los embalses se resienten y nos devuelven la imagen de un futuro que puede ser problemático si no empezamos desde ya a cuidar de este recurso vital. Los gestos más simples, como cerrar un grifo cuando no es necesario, están en la base de un presente y un futuro sostenible.