Soledad Donoso tenía 18 años cuando el 28 de septiembre de 1992 salió de su casa para ir a trabajar a una pizzería a la que nunca llegó. Su cuerpo sin vida fue hallado 14 días después por la Policía Nacional junto al río Guadalquivir. Junto al cuerpo se hallaron algunos objetos y enseres que fueron recogidos por los investigadores, algunos de los cuales, por motivos diferentes, no llegaron a ser analizados.

Tras un largo proceso de investigación, varias reaperturas del caso a petición de la familia y tomas de declaración a algunas personas, la investigación no llegó a dar resultado y el autor o autores de los hechos no han llegado a ser identificados. La familia siempre sospechó de un joven que era amigo de su hija. El joven, al principio, no fue investigado, lo que sí ocurrió algunos años más tarde, cuando el citado amigo fue imputado por el posible delito de homicidio de la joven cordobesa. Dicha imputación no dio resultados y el joven quedó en libertad.

Desde entonces, la familia de Soledad Donoso no ha dejado de luchar para que el caso no se archivara, lo que en varias ocasiones se ha conseguido, hasta el punto de que los restos de Soledad no fueron entregados a la familia para su inhumación hasta el pasado mes de septiembre, cuando sus hermanas señalaban que «por fin» y después de 26 años se podía ofrecer a Soledad el funeral que nunca tuvo.

Pocos días después, a primeros de octubre, coincidiendo con el 26 aniversario de su desaparición, la familia pidió a la Audiencia que sometiera a un análisis de ADN esas dos piezas que, a juicio de los asesores legales de los Donoso, podría ser muy clarificador.