Para poder diseñar el Snaid, Francisco Javier Gil solo contaba con su sueldo de técnico de emergencias. Hipotecó la casa de su madre, ya que necesitó mucha inversión económica para dar con el modelo y el material adecuado para este dispositivo. Y la apuesta le salió bien. La innovación de Gil Vizuete ha recibido el reconocimiento de decenas de universidades, sociedades científicas y administraciones. "Me han dado muchas palmadas en la espalda, pero las administraciones no prestan ayudas económicas para I+D+I a los pequeños emprendedores, solo a grandes empresas. Al final, quienes me han apoyado en mi proyecto han sido mi madre, económicamente, y Ambunort, gracias a su flexibilidad laboral", resalta este joven.