--Usted fue hermano mayor del Nazareno. ¿Cómo accedió a ese cargo?

--Primero fue un compromiso. Había restaurado el camarín y el retablo de Jesús Nazareno, pues mantenía una relación muy estrecha con la Congregación de las hermanas hospitalarias de Jesús Nazareno. Cuando un grupo de jóvenes cofrades comenzó a reorganizar la cofradía, las hermanas me pusieron de persona de confianza, vínculo que no quería al principio por mi profesión, pero que al final acepté por mi compromiso con la cofradía y con las hermanas.

--¿Cuánto tiempo fue hermano mayor del Nazareno?

--Fui vicehermano mayor en 1975 y desde 1978 fui hermano mayor durante cuatro mandatos, 16 años en total. De capataz he estado 25 años a primera rueda y luego a costal. Mi llamador era un martillo, que es como marca la tradición. Pero cuando llegó la junta nueva prefirieron poner un llamador.

--¿Y cómo tenía tiempo de tantas ocupaciones?

--Tenía tiempo porque se lo restaba al taller y a mi familia.

--¿Quiénes trabajaban con usted en la cofradía?

--Manolo Nieto, José Luis Moreno, Manolo Rojas, entre otros.

--Durante el resurgir de las cofradías, ¿exigía el Obispado cumplir muchas normas o había buena convivencia?

--De la congregación todo lo que recibíamos era una ayuda muy grande. Precisamente había varios religiosos en aquella época, entre ellas la Madre Teresa, que fue superiora general a lo largo de tres mandatos y una gran impulsora de la cofradía. El obispo José María Ciralda fue el primero que autorizó la reorganización de la cofradía. Fue la primera cofradía que se instituyó en Córdoba tras su toma de posesión. Durante el tiempo que fui hermano mayor el único conflicto que tuve que afrontar fue que en 1992 la cofradía se quedó encerrada la madrugada del Jueves al Viernes Santo, que era cuando salíamos antes.

--¿Por qué motivo?

--Entre la cofradía y la agrupación no nos pusimos de acuerdo en asuntos que nos pedían y en un cabildo se acordó que no se hiciera la estación de penitencia. Querían que efectuásemos un itinerario que iba de las Tendillas a la calle Jesús María y nos obligaba a dar la vuelta y hacer la carrera oficial por la calle Cruz Conde. Aunque no se hizo estación de penitencia, las imágenes estuvieron en sus pasos, totalmente preparadas como para salir y el tiempo que debían estar en la calle estuvieron expuestas a los cordobeses, que acudieron como siempre.

--¿Ha hecho alguna vez alguna promesa?

--Sí, se la hice al Caído y me ayudó.