Para ser el suyo un aterrizaje a ciegas en Córdoba, donde habría de poner en marcha un proyecto educativo del que nada sabía aún, a Jaime Loring le cundió mucho el tiempo. Pocos meses después de llegar nacía ETEA. Y dos años más tarde, en 1965, el centro ya estaba en su actual ubicación. "Fue muy rápido, sí. Cuando llegué me fui a vivir arriba, en La Aduana, a hacer la tercera aprobación, que son unos estudios que hacemos los jesuitas --dice--. Terminé en julio del 63 y me llamó el provincial a Sevilla para decirme que yo era el responsable de que en octubre empezara ETEA".

--Pasaría un verano entretenido, ¿no?

--Me inventé por las buenas un plan de estudios con lo que yo había estudiado en Francia, que además de agronomía era lo que llamaban preparación en los negocios, como ciencias empresariales. Y así empezó ETEA, que es Escuela Superior de Técnica Empresarial Agrícola. Debió haber sido Estea, pero a mí me sonaba mal y le quité la ese. La dirigí hasta el 70; luego hubo dos directores, Teotonio y Rodero, y volví a dirigirla del 80 al 89.

--¿Cómo recuerda los comienzos? Imagino que el ambiente universitario que se respiraba entonces en Córdoba sería escaso por no decir ninguno, teniendo en cuenta que hasta 1972 no se crea la Universidad.

--Cuando ETEA empezó solo estaba Veterinaria, que pertenecía a la Universidad de Sevilla, luego se hizo la Escuela de Ingenieros Agrónomos. En aquella época no era como ahora. Puse un letrero en la puerta, visité colegios y tal, y así empezó. Yo abrí ETEA sin permiso de nadie, aquí en San Hipólito. Eran unos estudios totalmente privados que no tenían ningún reconocimiento oficial, evidentemente. Y buscándolo, Adolfo Rodero creó en 1975 un colegio universitario adscrito a la Universidad de Córdoba. Y luego ya en mi segundo mandato se hizo una facultad adscrita. La verdad es que al principio los estudios de agronomía y los de economía iban al 50%, pero luego los segundos se fueron comiendo a los primeros.

--¿Qué acogida social tuvo ETEA, teniendo en cuenta que eran estudios de pago en una ciudad a la que no le sobraba el dinero?

--Había pocos estudiantes, eran promociones de 25 o 30, y casi todos eran de fuera, de Valencia, de Galicia, de Madrid, de Canarias... Luego, a raíz de la conversión en estudios oficiales, ya sin estudios agrarios, empezaron a entrar muchos estudiantes de Córdoba. Pero la característica de ser una facultad de ciencias empresariales y agrarias la hacía única.

--Como director durante muchos años habrá vivido momentos gratos y otros difíciles. ¿Con cuáles se queda?

--Ni idea. ETEA ha sido una lucha dentro y fuera. Nació sin un capital detrás, tuvo que financiarse por su cuenta. Ha sido una lucha de tipo económico, administrativo y legal para buscar el reconocimiento. Pero debo decir que estando yo de director el equipo, que no llegaba a veinte personas, era una piña. Teníamos una cohesión interna muy grande.