Cati Pérez Alcaide, la joven que sufre sensibilidad química múltiple (SQM), está más recuperada, después de haber estado ingresada en una clínica en Madrid y después en el hospital Breakspear Medical Group de Londres, centros que no hubiera podido costear sin la solidaridad de los cordobeses. Tras su mejoría, Cati accede a reunirse por primera vez con una redactora de Diario CORDOBA. Quiere comenzar una nueva vida, después de verse obligada a estar recluida en una habitación, hasta que encontró un centro en el que le diagnosticaron la SQM, la Fundación Alborada de Madrid.

En su lucha por estar mejor, cree que sería muy importante que el MInisterio de Sanidad reconociese, decisión que está muy avanzada, que la sensibilidad química múltiple es una enfermedad, "pues el principal problema es la falta de conocimiento que los profesionales sanitarios tienen acerca de la misma y que no se aplican los tratamientos ni hay protocolos adecuados para atender a los afectados en los hospitales españoles".

Hasta abril, esta cordobesa de 34 años tenía todo el futuro por delante. "Me levantaba a las 6 de la mañana para trabajar en la cafetería Peter Pan de la avenida del Aeropuerto y era feliz. Sin embargo, en los últimos meses, en el trabajo había ocasiones en que parecía que se me cerraba la tráquea. Iba por Urgencias y me ponían un Urbason. Pero después de una fumigación en la cafetería me empecé a notar peor. El 11 de abril me dio la baja el médico. Encontré por internet la Fundación Alborada, una clínica especializada en España en la atención a personas que sufren reacción ante las sustancias químicas, y allí me diagnosticaron la SQM. Ninguno de los médicos y especialistas a los que acudí en Córdoba creyeron que sufriera este problema y algunos no sabían ni de qué les hablaba", se lamenta Cati.

"Las dos primeras semanas que estuve encerrada en casa, por mi sensibilidad extrema a olores, alimentos y frecuencias electromagnéticas, fueron horribles. Me pasaba el día llorando, pensando que no había solución para mí. Pero lo más duro ha sido estar separada 4 meses de mis hijos, tiempo que comprende mi estancia en Madrid, donde recibí los primeros tratamientos, y mi traslado posterior a Londres", señala. A pesar de que goza de un mejor estado de salud, Cati aún debe mantenerse separada de sus hijos de lunes a viernes. Durante la semana sus pequeños permanecen en el piso con su marido, que está dedicado todo el día a ellos. Ella vive mientras en casa de sus padres, en la carretera del Aeropuerto, que al ser una zona de campo, no le perjudica tanto. El viernes por la tarde se reúne por fin con sus hijos y esposo en la vivienda de sus padres. Para estar junta la familia al completo toda la semana, su deseo es construirse una casa en una urbanización, cercana al polígono Pedroches, donde está Aucorsa, que es la empresa donde trabaja el marido de Cati, Francisco Goicoechea. "Tenemos primero que vender nuestro piso del barrio del Arenal, pero no podríamos dejarlo hasta que esté edificada la vivienda nueva, para evitar el gasto de un alquiler", indica Francisco. Un arquitecto de Jerez se ha ofrecido gratis para hacerles el proyecto de la casa y ellos ya han pagado 1.200 euros por un estudio geotécnico que ha delimitado en qué zonas del solar hay más magnetismo en el subsuelo, para evitar poner en esos espacios el dormitorio.

Aprovechando su mejoría, Cati ha podido ir al hospital Reina Sofía, donde en el Servicio de Alergia le han pedido los informes de Madrid y Londres y le quieren hacer pruebas. Antes, debido a los productos de limpieza que se usan en el hospital y al estar ella muy débil no podía ni acercarse por el Reina Sofía. A ella le gustaría que los sueros que necesita ponerse pronto en Madrid se los pudiesen administrar en el hospital cordobés para así no tener que hacer un viaje de 4 horas que le perjudica mucho por el olor de la combustión de los coches.

"Doy fe de que hay un tratamiento, aunque ya nunca estaré como antes. Derivado de la SQM, sufro fibromialgia y fatiga crónica. Antes perdía peso dia a día. Ahora estoy en 45 kilos, pero me quedé en 39. Cuando estás así, el cuerpo no reconoce los alimentos y eso me ha provocado el déficit tan grande de vitaminas que sufro. Por eso, además de las vacunas y de los sueros, como todo ecológico y tomo 30 pastillas al día que son suplementos. Por otro lado, gracias a la quelación, estoy eliminando metales pesados para no ser tan sensible a las frecuencias electromagnéticas", añade.

Agradecimiento

Cati aprovecha el reportaje para agradecer a Córdoba su solidaridad. "Sin la ayuda de tantas personas no podría haber pagado mi hospitalización en Madrid y Londres. Doy gracias a Juan Mata y su familia, a Cajasol, a Faasa; a la Fundación Alborada y su directora, PIlar Muñoz Calero; a la Gerencia de Urbanismo; a la Junta y al hospital Reina Sofía; a mis compañeros, jefes y clientes de la cafetería Peter Pan; a la ex concejala Rosa Candelario; a mi familia y la de mi marido (especialmente mi suegra); amigos; vecinos; a los compañeros de Aucorsa de mi esposo; a la AVV Federico García Lorca de El Higuerón; al bar Ramón, de Majaneque; a los diseñadores Nelson & Carrera, y a otros muchos comercios", comenta.