--¿Qué le parece el debate abierto sobre la memoria histórica?

--Creo que hay que encauzarlo para analizar por qué se produjeron aquellos hechos y aquellos errores para no volverlos a cometer. Pienso que no se ha abierto bien el debate, porque nos seguimos comportando igual, aunque ahora no hay hambre. El debate no se debe centrar en el insulto. En aquella época los insultos surgían de la lucha de clases, de los pobres con los ricos. Eso está superado hoy, pero el odio y los insultos ad hominen , no dialogar con argumentos, es de seres irracionales, de seres emocionales. Eso sí me preocupa. Es cuestión de educación.

--¿Tuvieron problemas políticos sus padres?

--Mi padre fue una persona muy equilibrada y fue capaz de compaginar muy bien con todos. Mi madre vivía en un barrio jornalero y también fue muy capaz de equilibrar el tema. A mi madre la expedientaron, junto a otra profesora (Ana Moreno), porque no llevaba los niños a misa. Cuando recurrió, mandó un informe la Delegación de Educación en la que se decía que los niños, hasta que no hicieran la primera comunión, no tenían que ir a misa. Mi padre fue muy equilibrado y tuvo muy buenas conexiones con los alcaldes de entonces.

--Su familia también sufrió la irracionalidad de la guerra. ¿Quiénes se vieron afectados?

--En la familia materna sí hubo víctimas. A un primo hermano de mi abuela, que era cura de Alcaracejos, lo acribillaron a balazos los milicianos y lo tiraron a un pozo. Mi abuela, que era la que me contaba algo más, tampoco me decía mucho. No he vivido eso en mi familia. Ni ha habido rencor contra Franco, porque mataron a mi abuelo, ni rencor contra la otra parte, porque mataron al primo hermano de mi abuela por ser cura. Eso no se trasladó y lo agradezco.

--¿Cómo fue su educación?

--Para aquella época fue muy liberal. Tuve una formación religiosa, pero no dogmática, muy liberal en lecturas. Mis padres procuraron que, si podía salir de Baena, lo hiciera. Iba a los campamentos que organizaba el Frente de Juventudes. El tiempo que estuve en Baena tuve una educación muy normal.

--¿Llegaron a pasar hambre?

--No, porque mi padre dio clase particulares y se las pagaban en especie. Teníamos en la casa dos patios que dedicábamos a criar cerdos y gallinas. Hacíamos la matanza en el segundo patio. Además, con motivo de la fiesta del gallo, había regalos de los padres de los alumnos al maestro. Pese a que había dos sueldos, no se podía vivir solo con eso porque eran muy pequeños.