Carlos Castilla del Pino se despidió el 15 de mayo del 2009. Se fue el excepcional psiquiatra, pero dejó escrito que "uno vive en la memoria de los demás", pues --en su opinión-- "no hay inmortalidad, hay memoria". Y, precisamente, anoche la fundación que lleva su nombre le rindió un especial homenaje recordándole. Amigos y familiares dedicaron un sinfín de palabras de agradecimiento a este hombre irrepetible, profundamente vinculado a Córdoba. El salón de actos de la Diputación casi se llenó y no solo con las autoridades invitadas, entre los que se encontraban el rector de la Universidad de Córdoba (UCO), representantes del Ayuntamiento, de la Diputación y del hospital Reina Sofía. Nada más empezar, Eudoxia Gay, presentadora del encuentro In memoriam , fue clara en su exposición: "No es un acto fúnebre, sino de celebración de la vida".

Al escenario se subieron el abogado Filomeno Aparicio, que contó cómo Carlos, militante "por coherencia" del PCE, "tenía de político lo mismo que de alpinista o titiritero". Para el catedrático Enrique Aguilar fue importante reseñar que la UCO sigue teniendo una deuda con el maestro. Y María Auxiliadora Cabanás, que fue su alumna, recordó cómo los estudiantes estaban "enganchados" a sus clases.

Uno de los grandes aplausos fue para Gloria Romero. Esta paciente aseguró que nunca se sintió abandonada por su psiquiatra y amigo, ni en días laborales, ni festivos. El arquitecto Juan Cuenca habló de la casa que compartió el intelectual con Celia Fernández, su esposa. Y, por su puesto, manifestó el amor por la vida de este compañero de paseos, cuya pérdida consideró "absurda". Su discípulo y psiquiatra José María Valls se centró en lecciones magistrales y en mensajes claves para colegas de profesión, ya que don Castilla vio la necesidad de que fueran, sobre todo, "buenos profesionales". María del Mar Ruiz provocó las risas del público al recordar un consejo que recibió de su tío para cuando tuviera que hablar en público: tomarse una coca--cola y una aspirina. Y como no podía ser de otra forma Pablo García Baena abrazó a su amigo con un poema.