Pedro Cantillo, acusado de la muerte de su mujer, Alfonsa Mohedano, el año pasado en la localidad cordobesa de La Victoria, conoció ayer el veredicto del jurado popular, que le considera culpable del hecho delictivo que se le imputa. Este tribunal popular, además, solicita que no se le apliquen beneficios de suspensión de la condena y que tampoco se le permita pedir el indulto.

Estas dos observaciones serán resueltas por el magistrado presidente de la sección tercera de la Audiencia Provincial, que es el encargado de imponer la condena al procesado.

El jurado, según leyó su portavoz, considera probado que el 7 de octubre del 2004 Cantillo estuvo conversando con Alfonsa sobre las 20.00 horas en la plaza de la Constitución del pueblo, aunque sobre él pesaba una orden de alejamiento. Un vecino que estaba sentado en un banco y el kioskero fueron testigos de este hecho.

Después de este encuentro, el procesado y la víctima se marcharon; Alfonsa se fue a casa y él se dirigió a un olivar situado a la espalda del domicilio de ella. "Contrariado por el conflicto conyugal y no aceptando la situación, cogió un palo de madera" de 109x6x3 centímetros así como un hacha, "regresando a escasos metros de la puerta de Alfonsa en espera de que ésta saliera para darle muerte".

POR SORPRESA Cuando la mujer salió, el acusado la abordó "por detrás o lateralmente, de forma sorpresiva e inesperada, comenzando a darle golpes en la cabeza, hombros y brazos con el palo, después de que se le hubiera caído el hacha que portaba, y todo ello con la intención de matarla".

El jurado continúa diciendo que de esta forma se aseguró el resultado y "evitó cualquier riesgo que pudiera emprender Alfonsa, quien sólo pudo huir despavorida para tratar de eludir, sin éxito, los golpes que le propinaba el acusado hasta que cayó desplomada al suelo".

HUIDA Fue entonces cuando Cantillo soltó el palo, "ya partido por efecto de los golpes, para emprender la huida" del lugar de los hechos.

El tribunal popular cree que le propinó cinco golpes en la cabeza y otros seis en hombros y otras partes del cuerpo, tal y como se refleja en el informe médico y en la autopsia que le hicieron los forenses, "con la añadida intención de aumentar inhumanamente su dolor, haciéndola sufrir innecesariamente en el proceso de producción de su muerte".

MUCHA SANGRE Esta agresión le produjo a la víctima una hemorragia subaracnoidea masiva secundaria a traumatismo craneoencefálico grave, fractura en la base del cráneo y diversas heridas y equimosis. A consecuencia de todo ello, Alfonsa Mohedano falleció a las 10.00 horas del día siguiente en el hospital Reina Sofía de Córdoba.

Sobre el estado psíquico de Pedro Cantillo, el jurado estima que "no padece ninguna anomalía mental ni alteración psíquica derivadas de alcoholismo crónico, síndrome de abstinencia en el momento de los hechos, consumo de sedantes o hipnóticos o trastorno de personalidad que le impidiese comprender el alcance de sus actos o le afectase a la voluntad".

Por lo tanto, los mienbros del jurado consideran que era "plenamente consciente de lo que estaba realizando cuando dio muerte a su esposa".