España, la ruta del misterio

UNA SECCIÓN COORDINADA POR José Manuel Morales

"La tradición piadosa siempre vincula las tallas de las vírgenes negras con un lugar del que no se pueden mover. Si los humanos tratamos de desplazarlas, las figuras vuelven por medios supranaturales al enclave donde fueron halladas por primera vez"

La Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña y popularmente conocida como La Moreneta, es una virgen negra de unos noventa y cinco centímetros que muestra a Nuestra Señora sentada en un trono, con el Niño en su regazo. Ambos coronados y ataviados con vestidos dorados que contrastan con la oscuridad de sus rostros. La estrechez de su figura le confiere un aire de gracia y espiritualidad que ha embelesado durante siglos a millones de feligreses.

La aparición de la talla está envuelta en un halo de misterio. Según la tradición, al anochecer de un sábado del año 880, una luz cegadora descendió del cielo, dejando fascinados al grupo de pastorcillos que la observaban desde una cumbre cercana. Días más tarde, los mismos regresaron al lugar, esta vez acompañados de sus familias, y el prodigio se repitió. Lo mismo que los cuatro sábados posteriores, atrayendo cada vez a más curiosos. Pronto los cabreros se percataron de que la luz parecía señalar una cueva natural en la falda de la montaña, y decidieron visitarla. En su interior descubrieron una talla de la virgen. El obispo propuso trasladarla a Manresa, pero apenas fue sacada del interior de la cueva, la imagen se volvió tan pesada que no habría forma de moverla. Para los eclesiásticos no cupo duda, la voluntad de la Virgen era permanecer en este enclave sagrado, por lo que en 1025 se decidió levantar en sus inmediaciones lo que hoy es el Monasterio de Montserrat.

Velas encendidas en el monasterio de Montserrat. J. M. Morales

Tras el cristal que protege la bella estampa, el Niño sujeta una piña con su mano izquierda, símbolo de fecundidad, mientras con la derecha hace el gesto de bendecir. Los tres dedos extendidos simbolizan las Tres Personas de la Santísima Trinidad. Por su parte, la Virgen protege suavemente a su hijo con la mano izquierda mientras en la derecha sostiene una esfera. Los historiadores marianos han pretendido hacernos creer que representa una manzana, símbolo del pecado original, pero no hay que ser muy avispado para darse cuenta de que su tamaño, si lo comparamos con el de la piña, no se ajusta a la explicación oficial. Por eso varios investigadores se inclinan a pensar que esta esfera simboliza en realidad el globo terráqueo, es decir, el mundo sobre el que ejerce su reinado espiritual. Este hecho aparentemente insignificante puede tener connotaciones trascendentales si tenemos en cuenta que en el siglo XII, cuando se elabora la talla, la creencia más extendida es que la Tierra era plana. No sería hasta el siglo XVI cuando se aceptaría la esfericidad de nuestro planeta. Por tanto, ¿trataba de ocultar el artista en su obra un mensaje herético a ojos de la Iglesia? No sería la primera vez.

(*) Director de Rutas Misteriosas

www.rutasmisteriosas.es

[Aquí puede leer la serie la Córdoba misteriosa]