Pues sí, es verdad que lo escrito, escrito queda, aunque después tengas que pedir perdón. Pero de esto que digo arriba, claro que no.

Soy del campo, soy del pueblo, soy cateto, y acepto como mi himno la copla de Manolo Escobar, que se nos fue hace ya tiempo. Y que fue un gran amigo mío. Siempre recordaré aquel día, noche cerrada en Almería, cuando hace mas de 50 (quizá sean 60, que ustedes ni habían nacido siquiera) se me acercó en la estación, la vieja estación querida, un hombre joven con una talega vieja (palabra amada) en la mano. Y me dijo.

-Sé quien es usted por que le leo en el Pueblo, que escribe tanto de Almería. Usted no me conoce, pero me voy a Barcelona, a ver si encuentro trabajo.

-¿Y tú a qué te dedicas?, le pregunté al muchacho.

-Yo vengo de cultivar melones en las tierras de Dalias pero la verdad es que lo que me gusta es cantar, aunque mi oficio ahora es otro. Yo soy un hombre del campo.

Luego lo hizo una copla, y después con ella hizo un himno. Y que es también mi canto. Las fanegas, las albarcas, he sido manijero en mi pueblo, donde hay una calle que lleva mi nombre, y al que llevé el agua, que no tenían, gracias a un ministro de Franco, cuando mi tío Bernardino era el alcalde, en fin... fui espigador, ordeñé cabras, conozco su espuma amarilla, directa de la cabra al consumidor.

Por cierto, que he sabido de Paco Ariza, que pintó aquella cabra que era mejor, mucho mejor, que la que pintó Picasso, que si tuviera una pasta se la compraría ahora mismo. Pues sé que Ariza está resucitado de nuevo y que además el éxito de su exposición ha sido muy grande. ¡Enhorabuena, maestro!

Por eso también doy la enhorabuena, que he visto que Córdoba ha puesto en faena la necesidad de cuidar el campo y a la gente del campo. Y eso es lo mejor del mundo. Que si hiciéramos de verdad la revolución rural, no como la de Mao Zedong, claro, pero de la buena; poniendo en marcha las ayudas suficientes a los que la necesiten, dándole importancia al olivo, a la barranca, al surco, yo que además soy Caballero de Olivo, un título que me lo impuso en Baena mi buen amigo y maestro Manuel Piedrahita.

Por eso también quiero a Córdoba, que mira por donde leo en algún sitio, porque leo todo lo que me viene en gana, que han descubierto que Cleopatra tenía un gozador de oro, personal e intransferible, que estaba vivo, porque tenía dentro abejas vivas, que zumbaban constantemente. Bueno, pero que se las traían directamente desde la Sierra Morena de entonces, donde estaban las mejores abejas del mundo.

Vale. Bueno, que no sé qué libro estará escribiendo, que sé que lo está escribiendo, el maestro José Manuel Cuenca Toribio, al que leo siempre que aparece su artículo del sábado en nuestro periódico, y del que no sé nada hace mucho tiempo y al que le mando un abrazo. Como al brillante escritor Marcos Santiago Cortés, que me dice Povedano que es una joya con un tema de actualidad palpitante, y que espero que me envíen deseguida, como dicen los antiguos, entre los que ya me encuentro, su libro que se titula La nueva Jerusalén. Les tendré informados, en cuanto que lo tenga conmigo. Enhorabuena, mi querido compañero, siempre con su palabra de bronce y cobre.

Y nuestra Josefina Molina, que recibió una enorme ovación en San Sebastián, que es un nombre que me gusta más que Donostia, pero es que yo no sé euskera, ni falta que me hace, porque si me muevo es hacia el sur…

Y Josefina Molina dijo lo que había ya dicho desde hace muchos años, cuando nadie lo decía, que siempre fue feminista.

Y además lo dijo siempre, y lo demostró, con la voz más alta. Su cabello blanco en el premio… Le pregunté a un amigo que estaba allí, profesionalmente, y me dijo.

-Estuvo, y no se si le gustan los toros a ella, pero sí de ovación, oreja y rabo…

O sea, que lo dicho, dicho queda y a las pruebas me remito. Que me gusta la mar, mucho, pero que si me dan a elegir, eso, que soy un hombre del campo, aunque sea como tituló el otro día La Vanguardia, en una entrevista, «Un campesino ilustrado».

Para ponérselo en las tarjetas de visita, aunque ahora ya ni tengo, ni las uso. Porque ya no me hacen falta.

De izquierda a derecha, el cantante Manolo Escobar, el pintor Paco Ariza, el periodista Manuel Piedrahita y la directora Josefina Molina. Foto: EFE / A.J. GONZÁLEZ