--Su libro cuenta la historia de amor entre un hombre y un perro. ¿La diferencia entre las personas es que un perro nunca te abandona?

--No. Que un perro nunca te juzga.

--'Un perro' parte de los personajes de su anterior novela, 'Una madre'. ¿Tan colgado se quedó de ellos?

--Fíjate. Yo no diría que me quedé colgado. Yo diría que me quedé habitado. Estoy muy habitado por esos personajes. Y mientras me sigan habitando, no habrá final. Tengo muy buen diálogo con esos personajes.

--¿Eso quiere decir que habrá una tercera novela?

--Sí. Puede haber una tercera, una cuarta, incluso puedo dedicar toda mi vida a seguir con ellos.

--El libro es también la historia de las segundas oportunidades.

--Yo diría que es más bien la historia de las buenas oportunidades, porque las segundas oportunidades no son más que lo que viene después de la primera. En realidad, lo importante en la vida son las oportunidades que aprovechas. Esas son las buenas.

--Confiesa que era muy intolerante con usted mismo y con los demás. Ahora ha aprendido a fallar y a reírse de usted mismo. ¿Qué pasó?

--Pasó que me hice mayor. Pasó que pasé por un desierto particular que me enseñó mucho. Pasó que aprendí a depender de los demás sin vergüenza.

--Usted vivió lo que ocurre en la novela. ¿Dónde arranca la ficción para encubrir la realidad?

--Yo creo que la ficción lo que hace es destapar la realidad, más que encubrirla. Yo creo que es al revés, lo que encubre a la ficción es la realidad.

--La novela la escribió en muy poco tiempo. ¿Tan claro lo tenía?

--Sí. Tan claro lo tenía y lo sabía que lo tenía tan claro. El sorprendido fui yo. Yo siempre escribo las novelas en muy poco tiempo. No sabía lo que iba a escribir pero tenía la confianza ciega en que inconscientemente sí estaba preparado para hacerlo.

--Sobre todo, sabiendo que en catorce años ha publicado once novelas y también algunos poemarios.

--Sí. Soy muy prolífico porque tengo muy buen diálogo conmigo mismo y me gusta mucho plasmarlo. Es un poco como esa gente que tiene muchas mudanzas. Yo hago lo mismo, pero en la ficción.

--Su libro es además un retrato de la vejez, de cómo le gustaría que fuera su vejez.

--Me preocupa mucho eso. Y me gusta mucho imaginar una vejez muy bien consolidada, muy bien adecuada a sí misma.

--Cuando escribe una novela busca que drama y comedia no se solapen. Vamos, como en la vida.

--Como en la vida misma. Me gusta mucho ese reír hasta el borde del llanto y llorar hasta el borde de la risa. Me gusta mucho este tipo de combinaciones. Y me gusta esa identidad, ese color de emoción me gusta mucho.

--"Estaba convirtiendo lo que más me gusta, que es escribir, en un drama". ¿Tan oscuro puede ser el túnel?

--El túnel puede ser oscurísimo para todos. Creo que lo importante es no la luz que hay al final, sino la luz que hay al principio, que es la que nos ilumina para seguir.

--"El amor a dentelladas no es lo que mejor sé tocar ni en la novela ni en la vida". ¿Esa es la asignatura pendiente?

--Esa es mi asignatura pendiente. Sí. Ese tipo de abandono yo no lo gestiono bien ni en la ficción ni en la realidad. Mientras no lo gestione bien en la realidad, en la ficción tampoco lo voy a hacer. Y sí, es una asignatura pendiente en mi realidad.

--'Un perro', dice, no es una novela para "gente que le gustan los perros". Me lo pone difícil.

--(Ríe). No es solamente una novela para quien le guste los perros. Es una novela para quien tenga un mínimo de empatía con la condición humana. No es más que eso.