Mejor dicho, "si no lo leo, no me lo creo". Porque espero, de todo corazón lo digo, y lo escribo con mi propia sangre si fuera necesario, y lo firmo y lo rubrico, que no sea verdad. Ya saben a qué me refiero. Lo del tema taurino. No me lo puedo creer. Vamos a ver, alcaldesa Isabel Ambrosio, o a quien corresponda, téngame al día. ¿Pero es verdad que se van a cargar la fiesta de los toros en Córdoba? Porque es una fiesta y, además, una necesidad, en tantas cosas, puestos de trabajo, tradición, personalidad tan nuestra, historia incluso. Si me dicen que usted, antes de ser alcaldesa, de lo que me alegro tanto, resulta que era pro . En fin, que este perol de hoy no lleva rabo de toro, ni mucho menos, que también tiene su propio sitio hasta en una historia tan nuestra como es la gastronomía, en la que somos --sí, somos-- jefes de verdad desde la noche de los tiempos.

¿Y qué hacemos con lo que forma parte de nuestra leyenda? ¿Y qué podemos hacer para borrar a Manolete, que murió en el oficio, y que forma parte directa, en el mismo tuétano de nuestra historia, de su sangre sobre la arena?

Perdone, pero tengo que dejar salir mis sentimientos. Escribo a impulsos. Soy compadre de dos toreros, Curro Romero, y El Cordobés, el quinto califa, que tanto ha hecho en todos los aspectos favorables por Córdoba, incluso últimamente, ofreciendo su casa de Villalobillos para que la visite quien quiera.

Sigo, a ver si cuelo un puñadito de noticias en esta última de hoy que espero que no sea la última, al menos hasta que pase ese ruido que nos sacude. Me voy el sábado a ver qué me pregunta María Teresa Campos en un programa de la tarde, Qué tiempo tan feliz . Quieren que hable, aparte de acompañar a mi hijo Ignacio Medina en la presentación de su nuevo programa en Cuatro Soy noticia , porque estos días hace no sé cuántos años de Lola Flores, que hasta ha aparecido como cabecera en el Google ese mundial. A ver si también, como tanto habla del toro y el torero, nos van a quitar la copla... Menos mal que siempre nos queda Córdoba. De lo demás, de política, ya lo saben todo o casi todo, si permiten les diré algo: ¡ahí si que hay toreo, y banderilleo y muerte con sangre y sin sangre! Aunque ahí los que caen de uno y otro sitio son seres humanos, políticos, muchos de buena voluntad... las dos suertes son iguales, aunque parezcan distintas. Yo llevo toreando con el toro de la palabra más de 60 años, si no me equivoco, y siempre tengo, como muchos de mis compañeros, sangre en la ingle, esa herida que nunca se cierra del todo, y en la que a veces hay quien echa sal gorda. El toro de la palabra escrita, que siempre queda, por mucho viento que haga.