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CONTRACORRIENTE

"Para ser buen torero hay que torear mucho en el campo"

Rafael González 'Chiquilín', nuevo director artístico de la Escuela Taurina

"Para ser buen torero hay que torear mucho en el campo"

--¿Qué supone este nombramiento?

--Un orgullo y una satisfacción enorme. Poder ayudar a chavales a que toreen sin que les cueste nada es una labor grandiosa.

--Usted fue alumno de la escuela

--Efectivamente. Mi abuelo Rafael, que era muy aficionado, me llevó cuando tenía 12 años. Allí cogí por primera vez un capote y una muleta y me enseñaron a manejarlos. Luego, mi primo Alfonso se encargó de mi preparación y entrenaba con él.

--Quién le iba a decir entonces que un día sería el director

--Las vueltas que da la vida. Cuando ingresé en la escuela, el director era Rafael Blancas, el único que ha habido desde que se fundó hace 35 años y ahora le voy a sustituir.

--Reto muy difícil-

--Torear es difícil, pero sustituir a una persona que lo ha dado todo por la escuela, es complicado. Lo que pasa es que vengo con ilusión y eso lo relaja todo.

--Nuevos planes-

--Mi idea es que los chavales toreen en el campo cuanto más mejor. Para ser un buen torero es importante torear bastante en el campo. Ya he tomado contacto con ganaderos y me han ofrecido su casa para cuantas veces haga falta. Eso será bueno para los chavales. A la escuela se va a aprender a torear, y el campo enseña una barbaridad. Asumo este reto con el compromiso de dedicarle todo el tiempo posible.

--¿Qué meta se ha propuesto?

--Que los alumnos se harten de torear y el que sirva sacará provecho y otros comprenderán que para ser torero hay que nacer. Con la voluntad no es suficiente.

--¿Hoy los alumnos lo tienen más fácil que en su época?

--Hay otro concepto de lo que es acudir a una ganadería. Yo hice mucha parilla esperando que se me autorizara bajar a torear y había veces que te volvías sin dar un pase. Hoy van invitados con el respaldo de la escuela y eso es una garantía de que torearán.

--¿Son necesarias las escuelas?

--Imprescindibles. De aquellos tiempos en que los aspirantes a toreros tenían que ingeniárselas de mil maneras para acudir a una tienta hasta hoy, todo ha cambiado. Los maletillas van en coche y el equipo de muletas y capotes que portan es de máxima calidad. Yo, aún siendo alumno de la escuela, por no tener 14 años no podía torear, y estaba loco por ponerme delante y probarme, por eso la primera vez que toreé fue en secreto, en un taller mecánico de Cañero. Uno que trabajaba allí, que también era alumno, llevó una becerra, cerró la puerta y nos hartamos de torear Palitos, Castillero y yo.

--En estos 35 años, con 1.500 matriculados, solo han llegado al doctorado 21. ¿Está justificada la labor de la escuela?

--Pues claro. Ojalá dentro de otros 30 años podamos decir lo mismo. Llegar a ser matador es muy complicado, y todos no pueden serlo. La escuela no es solo un semillero de aspirantes a matadores de toros. Hay chicos que su ilusión es ser excelentes subalternos y Córdoba ha dado siempre los mejores. Sin embargo, si no cuajan como toreros, sí lo hacen como aficionados de postín, con unos conocimientos taurinos impresionantes. Nunca habrán perdido el tiempo.

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