Sin solución de continuidad, y aún con la emoción en el cuerpo de los momentos vividos en la exquisita ceremonia de coronación, el Patio de los Naranjos estaba abarrotado de gente para contemplar la salida de María Santísima de la Paz y Esperanza coronada en su procesión triunfal de regreso a Capuchinos, el epílogo más glorioso para esta coronación que se ha hecho esperar pero que sin duda ha merecido la pena.
En el fondo de la Catedral ya se vislumbraba el paso de la Virgen de la Paz, como un ascua de luz iba avanzando por las naves catedralicias, en la calle la banda de Nuestra Señora de la Salud se hacía paso entre la muchedumbre y tras esta caminaba lentamente el cortejo formado por numerosas representaciones de hermandades junto a la presidencia del palio, con las señoras vestidas de mantilla y ellos con el clásico chaqué.
Mientras la Virgen de la Paz quedaba enmarcada en la Puerta de las Palmas, cientos de móviles alzaban las manos para captar la histórica instantánea. En la puerta, el capataz tocaba el martillo, sabía que no era un día cualquiera, sabía que no era una llamada cualquiera, era la llamada en la que iba a presentar a la ciudad a la Virgen como Virgen de la Paz y Esperanza coronada. Sonó el martillo, el palio en pie y la sevillana banda de música de Arahal interpretaba la marcha real mientras los cohetes subían al cielo. A continuación, la primera marcha Coronación de la Paz y Esperanza. Las campanas de la Catedral competían con los sonidos de la banda, los aplausos, y los vivas a la Virgen de la Paz se sucedían. Fue el inicio de esta triunfal procesión de la Virgen de la Paz por las calles de la ciudad.
Con este recibimiento, el paso de la Virgen cruzaba la Puerta del Perdón, en la calle una multitud la esperaba, como la esperaba la estrechura de la Judería o la calle Deanes, por donde avanzaría la Virgen de la Paz buscando el centro de la ciudad en su paso de palio vestida con la saya regalo de sus costaleros, su manto blanco bordado en plata y con el palio adornado con un exuberante exorno floral a base de distintas variedades florales en blanco salpicado de tonos rosas.
Con este júbilo, la Virgen de la Paz Coronada iba camino de Capuchinos, desde donde partió hace una semana, un camino que dejó grandes momentos con calles engalanadas y la emoción a flor de piel en una gloriosa procesión prolongada hasta bien entrada la madrugada.
