Producción ecológica con el plus de conservación de la flora y fauna local del entorno. En la certificación de este binomio está trabajando actualmente la empresa cordobesa del sector agroalimentario Cortijo la Reina, situada en una histórica finca localizada en la Vega del Guadalquivir, en la carretera de Córdoba a Guadalcázar -aún en término municipal de la capital- cuyo nombre se remonta al siglo XIX, en torno al año 1872, aunque hace unos 25 años viene funcionando bajo su actual modo de producción y gestión.
Esta certificación se materializará a lo largo de este año 2022, según explica José María Cabrera, el director gerente de esta empresa cordobesa, lo que contribuirá a aumentar la apuesta por la agricultura sostenible de esta firma, que entiende la sostenibilidad en tres dimensiones, es decir, «cuando es sostenible a nivel económico, social y medioambiental», según afirman. Y en este último punto a partir de tres pilares: los cultivos ecológicos, el uso eficiente del agua y el suelo, y el respeto a la biodiversidad.
No en vano, Cortijo La Reina ya ha implantado diversas certificaciones relativas a producción ecológica, producción integrada, o Global Gap -conjunto de normas de buenas prácticas agrícolas- , «en el camino a nuestra conversión hacia el cultivo ecológico y cultivos con residuos cero», explica Cabrera.
Así, y para contribuir a preservar la flora y fauna autóctona están poniendo en marcha diversas medidas como la reducción del uso del agua, una menor aportación de productos fitosanitarios, y el desbroce pensando en los animales, para los que, en el caso de rapaces, se han construido diez casas nido recientemente.
«La concienciación en torno a estos temas ha aumentado mucho en los últimos años»
Entre las especies presentes en Cortijo La Reina, y además de las rapaces como lechuzas y mochuelos; gorriones, jilgueros, trigueros, perdices y topos; población esta última cuya presencia se ha descontrolado en la zona en los últimos tiempos, y para la que algunas de las medidas puestas en marcha servirán para estabilizar su población, según José María Cabrera.
Asimismo, y entre otras técnicas que vienen utilizando para mejorar la sosteniblidad, la agricultura de precisión, con el uso de drones para el mapeo de suelos, tractores autoguiados por GPS, sensores de campo, etc.; o nuevos cultivos alternativos, como el almendro, el pistacho o la quinoa.
«Este nuevo modelo permite en la finca la convivencia de cultivos tradicionales bajo producción integrada (trigo, patata o cebolla) y los nuevos cultivos ecológicos», apunta José María Cabrera.
Por lo que respecta a sus productos ecológicos, vienen cultivando en los últimos años, en régimen de extensivo, unas 21 hectáreas, repartidas entre 6 para olivar, 7 para patatas, 3 garbanzos, 2 lentejas y 3 para el cultivo de cebollas.
No obstante, uno de sus productos más demandados son las citadas almendras, a las que destinan otras 12 hectáreas, que han empezado a producir de forma ecológica en una finca de secano; producción eco que también trabajan por comercializar en circuitos de proximidad, intentando estar presentes en todo el pequeño sector comercial ecológico de la provincia de Córdoba y Andalucía.
«Este año también hemos comenzado con el proyecto de La Huerta, para producir verduras ecológicas para un conocido grupo de restaurantes de Córdoba capital; también en paralelo con el proyecto Samaría, junto con la parroquia del Parque Figueroa de Córdoba, para dar formación y trabajo a las personas más necesitadas de este barrio», indica el director gerente.
Con todo, y en el contexto del sistema productivo ecológico cordobés y andaluz, ¿cuál considera esta empresa que es la principal fortaleza y la principal asignatura pendiente dentro del sector para aumentar la sostenibilidad y mitigar los efectos del cambio climático? Para José María Cabrera la principal fortaleza es «la propia concienciación que hay en torno a estos temas, buena parte de ella traída por muchos técnicos jóvenes que se incorporan al sector, aunque lo peor sigue siendo que los costes que conllevan todas estas medidas no se repercuten a los productores, en un mercado muy dominado por los grandes distribuidores, que por otro lado cada vez piden normas de calidad más exigentes».
En definitiva, un ejemplo procedente del sector agroalimentario cordobés que, además de apostar por la producción ecológica, también contribuye a la sostenibilidad de todo su entorno.
