La afición del Córdoba CF es exigente y fiel en grado superlativo. En el partido ante el Tamaraceite volvió a demostrar que su conexión con el escudo es irrompible, más allá de las desgraciadas circunstancias. Las restricciones por el coronavirus permitían el acceso de un máximo de 400 espectadores a El Arcángel y no fue sencillo colocar las entradas a sus destinatarios. 

El club anunció que iban a ser para quienes se presentaron al sorteo del partido anterior y se quedaron fuera, tras subir el nivel de alerta y dejar en la mitad el aforo: de 800 a 400. Pero, a la hora de la verdad, menos de la mitad de los agraciados recogieron sus localidades cuando el sábado a mediodía se cerraron las taquillas. ¿La solución? Reparto por orden de llegada en El Arcángel el mismo día del partido, a partir de las nueve de la mañana. ¿La respuesta? Colas desde poco después de las siete para conseguir un asiento.

Entre comentarios de esperanza y resignación, los hinchas del Córdoba CF acudieron para alentar a los suyos en un momento crítico: necesitaban la victoria para seguir manteniendo opciones de jugar la próxima temporada en la Primera RFEF, nuevo formato para la Segunda B. En esta temporada del covid, con gradas vacías o con reducidos grupos diseminados por la instalación, el conocido como "factor cancha" se ha difuminado. Pero siempre habrá quienes acudan como si nada hubiera pasado, con sus cánticos y bufandas. Llueva o truene. Ya sea con el Córdoba en Primera, Segunda, Segunda B, Tercera o donde se tercie. 

Cantaron el himno, animaron en el entusiasta arranque de los locales, mostraron su enfado en el intermedio y soportaron hasta el final la angustia de ver a su equipo tocado... y casi hundido. Solo queda una cita en El Arcángel, que será la última de la segunda fase, el fin de semana del 9 de mayo frente al Cádiz B. Quién sabe qué habrá pasado hasta ese día.

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Aficionados asistentes al encuentro Córdoba CF-UD Tamaraceite Francisco González