La diferencia de altura entre Yordi y Añibarro es de tan solo un centímetro --1´86 por 1,85-- y ayer parece que fue determinante para que el vasco le ganara la partida al gaditano en casi todas las acciones. El delantero blanquiverde estuvo desactivado en todo momento, salvo en una jugada en la que se revolvió bien dentro del área rival y consiguió disparar a puerta aunque con escasa fortuna.

Emparejado con su marcador, casi nunca se impuso por alto y, cuando lo hizo, perdió el balón. No consiguió ejercer la labor de punta de referencia para provocar la llegada desde atrás de los centrocampistas y tampoco enganchó con Natalio. El Córdoba planteó el partido de tal manera que Yordi debió tener un protagonismo esencial que nunca tuvo ni de manera secundaria.

Por su parte, Añibarro se limitó a despejar con la cabeza todo lo que le llegaba sin complicarse ni un ápice. Se nota de qué escuela ha salido. Su corpulencia le bastó para erigirse en pilar infranqueable y no pasar ni un apuro. Sus pies prácticamente ni rozaron la pelota porque no le hizo falta. Y menos aún cuando Luna retiró del terreno de juego a un Yordi que tuvo que escuchar algunos pitos de la grada. En una jornada muy gris para los blanquiverdes, se notó la falta de centros desde la banda, fuente de la que bebe el de San Fernando.