Diario Córdoba

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VENTANA A LA NATURALEZA

Conceptos básicos sobre el cambio climático

El 60% de las emisiones de metano proceden de fuentes relacionadas con el hombre y sus actividades, como los combustibles fósiles (35%), la agricultura (40%) y los residuos (20%). La ganadería es responsable casi de un tercio de las emisiones de metano

Cada vez serán más habituales las temperaturas muy altas. R.A.

El primer concepto que hay que tener claro es que la vida es posible en la Tierra gracias al efecto invernadero que provocan gases como el dióxido de carbono y el metano. Retienen las radiaciones infrarrojas y no las dejan escapar al espacio. Sin su intervención el planeta estaría helado.

La Tierra ha pasado por períodos de diversas concentraciones de estos gases dando lugar a glaciaciones con concentraciones bajas de CO2 y otros más cálidos con concentraciones mucho más altas que las actuales. Este argumento se le suele oír a los escépticos, olvidan que los cambios se produjeron en un espacio temporal muy amplio de millones de años y vinieron acompañados de procesos de extinciones masivas de especies.

Estos gases son producidos por el sistema Tierra con la actividad volcánica y el propio funcionamiento de la Biosfera en múltiples procesos que se generan en los océanos y en tierra firme, donde la actividad fotosintética juega un importante papel junto a la disolución de estos gases en el agua.

A partir de la revolución industrial, cuyo inicio se marca hace poco más de doscientos años, el hombre comenzó a quemar carbón y posteriormente petróleo. Estos elementos contienen atrapados en su formulación grandes cantidades de carbono procedentes de otros periodos y que se habían extraído de esta forma de la atmósfera. La combustión de estos recursos no renovables produce CO2 y son liberados de nuevo en este proceso al aire.

Las lluvias torrenciales serán más comunes a pesar de reducirse la precipitación. R.A.

Poco a poco las originales concentraciones de 280 partes por millón de CO2 que existían a mitad del siglo XVIII, una cifra que permaneció estable en los últimos 6.000 años, se fueron incrementado de manera más gradual. Es a partir de los años sesenta cuando este crecimiento se hace casi exponencial. El Observatorio de Mauna Loa (Hawai) de la Administración Atmosférica y Oceánica Nacional Estadounidense (NOAA), lugar de referencia global para el monitoreo de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, registró en mayo de este año 2022 una media de 420,99 partes por millón (ppm) de este gas de efecto invernadero. Supone un aumento de 1,8 ppm respecto al mismo periodo del 2021. Estos niveles son en torno a un 50% superiores a los de la era preindustrial.

Los científicos han señalado que estas concentraciones pueden compararse con las que hubo en el Plioceno, hace entre 4,1 y 4,5 millones de años atrás, en el que la temperatura media era en torno a 4º C superior y la altura de los océanos era entre 5 y 25 metros superior. Nos podemos imaginar cómo de diferente puede ser este planeta.

No hay que ser muy avispado para poder concluir que a mayor concentración de CO2, mayor interceptación de rayos infrarrojos que da lugar a un incremento de la temperatura. Es similar a lo que ocurre en un invernadero de plantas, donde la capa de plástico hace las funciones de los gases de efecto invernadero, aumentar la temperatura en su interior.

El metano también alcanza año tras año valores récord en la atmósfera, es responsable del 30% del calentamiento global desde la era preindustrial y es el que más está subiendo desde la década de los ochenta. Su potencial de calentamiento en un periodo de 20 años es 80 veces superior al del dióxido de carbono, sin embargo, su permanencia en la atmósfera es más corta, entre 9 y 12 años. Con su reducción se verían los efectos mucho antes a diferencia de con el CO2, que permanece en la atmósfera cientos o miles de años. El metano se ha más que duplicado desde la era preindustrial.

El 60% de las emisiones de metano proceden de fuentes relacionadas con el hombre y sus actividades, como los combustibles fósiles (35%), la agricultura (40%) y los residuos (20%). La ganadería es responsable casi de un tercio de las emisiones de metano, de ellas, un 92% se atribuye a los rumiantes y el 8% restante procede de los no rumiantes y otros procesos.

En la Evaluación Mundial del Metano de la ONU, presentada en el 2021, se señaló que la modificación de la dieta o la lucha contra el desperdicio de alimentos podrían aportar en una década hasta un 45% de la reducción de emisiones de este gas.

Los datos son claros y tanta ciencia no puede estar equivocada, el principio del efecto invernadero está ahí y no hay la menor duda de que sus efectos se dejarán ver en menos de una generación. De hecho, comenzamos a sentir sus primeros efectos en nuestras latitudes, como el alargamiento de los veranos cada vez más secos; alargamiento de los inviernos, también más secos y menos fríos; mayor número de olas de calor, más extensas y cálidas; e incremento de episodios extremos.

Todo esto son datos empíricos y hechos ciertos que están ocurriendo cada vez con más frecuencia. La biosfera se irá ajustando y la especie humana y otras más pero con capacidad para cambiar su futuro si se adoptan medidas urgentes para no llegar tarde. No son cuestiones ideológicas y seguir con esa discusión es alargar el proceso y llegar tarde a adaptarnos a los cambios que ya se están produciendo.

El administrador de la NOAA, Rick Spinrad ha declarado que «la ciencia es irrefutable: los seres humanos están alterando nuestro clima en formas a las que nuestra economía y nuestra infraestructura deben adaptarse».

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