Ganado Dos toros, despuntados para rejones, de Fermín Bohórquez, con clase y nobleza el primero y parado y de poca entrega el cuarto; y cuatro de Victoriano del Río, de juego deslucido y descastado.

Hermoso de Mendoza: pinchazo y rejón en lo alto (oreja y petición de segunda); y pinchazo que descorda (ovación).

Julián López 'El Juli': estocada trasera y atravesada, y descabello (ovación); y pinchazo, estocada trasera y baja, y tres descabellos (ovación).

Miguel Angel Perera: dos pinchazos y estocada (silencio); y estocada (silencio).

Plaza: Tres cuartos de entrada.

Con una solitaria oreja del rejoneador Hermoso de Mendoza se saldó la corrida de la Feria de Julio celebrada ayer en Valencia. Era la corrida estelar de la feria, pero al acabar el festejo un sentimiento de decepción se adueñó de un público que esperaba mucho más y que, como los toreros de a pie, se desesperó con el descastado juego de los toros de Victoriano del Río. La única faena lucida y completa fue la que propició un toro despuntado de Fermín Bohórquez, el primero de la tarde, destinado al navarro Hermoso de Mendoza, que volvía al coso valenciano tras varios años de ausencia. El feliz reencuentro del estellés se produjo con una faena que rozó la perfección y que se apoyó en la clase y la nobleza de un "murube" de Bohórquez que tuvo también el brío preciso para no poner a los caballos en mayores apuros. Sobre esa base construyó Hermoso una labor marcada por la pureza, la limpieza y la sobriedad. Las mayores ovaciones vinieron al realizar la "hermosina", suerte de su invención que consiste en tirar del toro mostrándole los dos lados de la grupa. Tras un pinchazo, Hermoso clavó un rejón de muerte en el hoyo de las agujas, pero el bravo se le arrancó en la agonía cuando el navarro ya se adornaba descabalgado. Su caballo Pirata se lanzó entonces a morder al astado para librar del peligro a su jinete en el momento más emotivo. Así cortó Hermoso la única oreja de la tarde, puesto que el cuarto, parado y sin emplearse, no le permitió más que un faenar valiente y efectista que no remató bien.

En cuanto al toreo a pie, El Juli se dilató con su primero, con el que alternó en quites con Perera. El toro se dejó ahí casi todo su escaso vigor, por lo que protestaba en la muleta y amagó siempre con rajarse, lo que el diestro madrileño evitó con oficio. El que sí se rajó fue el quinto, aunque antes ofreció veinte embestidas con cierta calidad que El Juli llevó sometidas y podidas pero sin poder redondear su labor cuando el toro se negó de plano a seguir la pelea.

El tercero se paró al salir del peto del caballo de picar, y Miguel Angel Perera se empeñó en que siguiera la tela más tiempo y espacio que lo que quería, que fue muy poco. Tampoco le duró el sexto, que se apagó en un suspiro a pesar de que el extremeño se lo puso fácil con el trazo templado y liviano de sus muletazos.