Ganado: cinco toros de El Pilar, de buena presencia, con más volumen los tres últimos. Casi todos tuvieron clase.

Juan José Padilla: pinchazo, media estocada desprendida, estocada baja y cuatro descabellos (pitos tras aviso); estocada baja (silencio).

José María Manzanares: pinchazo y bajonazo (silencio tras aviso); estocada trasera (oreja protestada).

Miguel Angel Perera: estocada caída (silencio); estocada desprendida y descabello (silencio tras aviso).

Plaza: Se colocó el cartel de "no hay billetes", en el decimoquinto festejo de abono.

Entre los que acudieron a la plaza a pitar a las figuras, pasara lo que pasara en la arena, y los que, por la misma regla de tres, lo hicieron para aplaudirlos a toda costa, Las Ventas volvió a ser el dividido foro de tantas tardes.

Durante los cuatro primeros capítulos de la corrida iban ganando los negacionistas , esa minoría adusta que cree atesorar la titularidad de la cátedra y que se fue creciendo en su postura a medida que los toros flojeaban, las lidias se complicaban o las faenas no tomaban vuelo.

Pero en el quinto turno, al igual que en la tarde anterior, los festivos positivistas tuvieron por fin motivos para salirse con la suya, gracias a que Manzanares se encontró con el toro más completo de la corrida, en este caso un hondo cinqueño de El Pilar que embistió con entrega.

Aunque lo hizo así desde el primer momento, no lo aprovechó el alicantino con el capote, pero su cuadrilla se encargó de elevar el entusiasmo con un desigual tercio de banderillas.

Con el ambiente a favor, Manzanares sufrió una fea colada del toro nada más abrir la faena, más por culpa del viento, que acudió a los cites siempre con franquía y entrega, pidiendo que le llevaran mecido en los vuelos de la muleta.

Tardó el torero en centrarse con él, molestado por el aire que sigue boicoteando, hasta que, entre sus amplias pausas entre tanda y tanda de pases, ligó algunas series estimables, más asentado y templado en los naturales que con la derecha. Tras una estocada trasera, salieron de los bolsillos los pañuelos de los más aplaudidores, para que se concediera finalmente a Manzanares una oreja de escaso peso y que se protestó airadamente desde la trinchera contraria del tendido.

Ya con el segundo, un buen sobrero de Charro de Llen, había habido amagos de jalear con generosidad, y también replicados con pitos, una faena nada compacta y de escasa intensidad de Manzanares, que por un feo bajonazo se perdió la pañolada.

Miguel Angel Perera tuvo otra tarde desangelada en Las Ventas. Su primero pareció un toro problemático, aunque en varias fases del trasteo el animal apuntó mucha clase por el pitón izquierdo cuando era toreado con suavidad y espacio en los cites.

El extremeño se debatió con él en una aleatoria sucesión de dispares soluciones técnicas que nunca tuvieron fruto, mientras que al sexto, noble y de poca transmisión, lo toreó mecánicamente y sin mayor convicción.

Por su parte, a Juan José Padilla, tal vez descentrado con el viento, se le vio desacertado toda la tarde, repitiendo errores en banderillas, amontonando pases enganchados con su primero y sin capacidad de resolución ante el flojo pero noble cuarto, con el que desistió pronto.