Ciertamente, las primeras palabras públicas anoche de Isabel Ambrosio fueron para felicitar a la lista ganadora en Córdoba, la del PP. Pero también es verdad que eso lo dijo después de que el secretario provincial del PSOE, Juan Pablo Durán, recordara entre aplausos que "la izquierda vuelve a ser de nuevo mayoría en Córdoba" y, sobre todo, estaban los gestos, más locuaces que cualquier discurso. Porque si a la candidata la recibe toda la sala con gritos de "¡Isa, alcaldesa! ¡Isa, alcaldesa!" y todo son risas, felicitaciones y aplausos, incluso con gente llorando de alegría, es evidente que en el PSOE no se sentían perdedores. De hecho, el partido logró ayer en la ciudad con más de 30.300 votos y 7 concejales los mejores resultados desde 1991 y se convirtió por primera vez en la fuerza hegemónica de la izquierda y en posible gobierno. Eso sí, si obtiene el respaldo de Ganemos e IU, con cuatro concejales cada uno y formaciones que en la campaña, hay que recordarlo, propugnaron desalojar al PP de la Alcaldía como fin prioritario.

En todo caso, la noche electoral prometía ayer en la sede del PSOE. Sobre las 21.30 horas no se atrevían a pronunciarse la diputada del Congreso Rosa Aguilar ni el concejal saliente Francisco Alcalde, de los pocos que estaban ya, eso sí, ambos muy risueños. Sobre las 22.00, se aplaudía cuando salían mayorías absolutas de los pueblos en la pantalla gigante. A las 22.30 las mayorías simples y a las 22.45 hasta había lágrimas.

Al final, la experiencia de gestión y la diplomacia de Ambrosio se dejó sentir en un discurso donde no se habló de futuros pactos ni siquiera al ser preguntada por la prensa, ya que "es el momento de celebrar" y "mañana (por hoy) empezar a trabajar". En su intervención, Ambrosio agradeció a ciudadanos, votantes, militantes y a los que han colaborado en la campaña su civismo democrático y su esfuerzo. Incluso dio las gracias a sus rivales políticos y anunció que corresponderá a la confianza que se ha depositado en su lista. Un discurso de alegría medida que en cualquier otra circunstancia podría haber atemperado la euforia reinante. Pero anoche eso era difícil en el PSOE.