El acusado de asesinar a su exmujer María del Castillo Vargas, hija de la cantaora Juana Vargas, en diciembre de 2015, negó ayer haberla acuchillado expresamente sino que ambos forcejearon y «ella se tiró por el balcón». «Jamás en la vida se me pasaría por la mente asesinarla», declaró en el juicio.

Un jurado enjuicia desde ayer a Manuel R.M. por el asesinato de su exmujer la madrugada del 8 al 9 de diciembre de 2015 en su casa de Lebrija (Sevilla), por lo que la fiscal, la familia y la acusación popular de la Junta piden entre 31 y 33 años de prisión por asesinato, malos tratos habituales, allanamiento de morada y quebrantamiento de una orden de alejamiento, así como indemnizar a los dos hijos menores de la pareja.

Según las acusaciones, Manuel R.M. entró por la ventana de la casa de su exmujer, pese a tener una orden de alejamiento por denuncias previas de maltrato, «con intención de acabar con su vida», le asestó 40 puñaladas y estando aún viva la tiró por la ventana «con alevosía y ensañamiento».

El acusado sólo ha respondido a su letrada quien, a diferencia de lo sostenido por Manuel R.M. negando toda agresión, dijo que no pretende negar los hechos pues «condenado está, se entregó a la Policía, no ha huido», sino que se califiquen de homicidio y no de asesinato porque fue un «arrebato», un «crimen pasional, no premeditado».

El acusado -del que la mujer se había separado tres meses antes y con una condena previa por malos tratos- negó haberla apuñalado expresamente y sólo admitió que ambos forcejearon y él movió un cuchillo con el que ella «sí se dio en el cuello».

La hermana de la víctima, Juana, dijo en su declaración que el acusado trataba a María del Castillo «como una mierda», pues «le robaba, le ponía los cuernos, se iba de putas y de borrachera», la tenía «dominada» y siempre «ha vivido de la familia Vargas y mira cómo nos lo ha pagado». A la salida le gritó «malnacido».