Las tareas escolares, a las que los estudiantes españoles dedican un promedio de seis horas y media semanales, son aún un suplicio para los alumnos, una cruz para los padres y un quebradero de cabeza para los maestros. Ahora, además, un informe de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE) ha constatado que los deberes contribuyen a ampliar --aún más si cabe--, la brecha entre los estudiantes de nivel socioeconómico alto y medio y los alumnos que pertenecen a familias más desfavorecidas.

El debate, al que otros países ya reaccionaron hace tiempo, se ha reducido aquí a discutir sobre si los estudiantes soportan demasiada carga académica. Para la OCDE, no se trata tanto de una cuestión de cantidad, sino de calidad. "El número medio de horas que los estudiantes pasan realizando tareas u otros estudios tiende a no estar relacionado con el rendimiento", señala la organización.

OTRO DEBATE EDUCATIVO Sí que afectan, en cambio, "otros factores como la calidad de instrucción o la organización escolar", agrega. Pese a que muchos pedagogos aseguran que hay razones de peso para defender las tareas escolares en casa, el problema es que cuando estos no están bien planteados, los estudiantes que tienen ayuda en casa --de sus padres o profesores particulares--, parten con ventaja, "ya sea porque sus familias no tienen el nivel educativo requerido o porque no cuenten con recursos suficientes para pagar ese refuerzo educativo".

HASTA EN FINLANDIA "Incluso Finlandia, referencia en temas de educación, estudió el problema hace unos años y dispone de programas de compensación para los alumnos que tienen dificultades para hacer los deberes en casa", explica el psicólogo y educador Jaime Funes.

"Los deberes deberían de estar concebidos como un modo de ayudar a los estudiantes de bajo rendimiento a reforzar lo aprendido en clase y permitir al alumno consolidar los conocimientos adquiridos", argumentan quienes los defienden. "Pero eso, siempre que haya mecanismos para compensar a los alumnos que viven en un hogar en crisis, porque ellos tienen muchas más dificultades para ocuparse de las tareas escolares", precisa Funes.

Así, el instituto recomienda que, si un profesor pone deberes a sus alumnos, tengan al menos en cuenta que hay estudiantes que "con grandes dificultades para hacerlos si no disponen de un espacio adecuado, si cuentan con responsabilidades familiares o, incluso, si los padres no están preparados para motivarlos.