Son niños que, desde pequeños, destacan en clase por ser los que más preguntan a la maestra, porque hablan con un lenguaje más propio de un adulto o porque terminan antes que nadie las tareas y, encima, las hacen de modo impecable. Los superdotados, diagnosticados como alumnos con altas capacidades intelectuales, son un Pepito Grillo incómodo en un aula escolar. «Se aburren y acaban incordiando y, como además destacan del resto del grupo, muchas veces se convierten en el blanco de aquellos mediocres que se entretienen tiranizando a los demás», denuncia Javier Pérez, presidente de la asociación No al Acoso Escolar (NACE), que esta semana ha presentado un informe sobre la incidencia del bullying en estos menores.

«No podemos asegurar que los niños con altas capacidades sean el colectivo más castigado por el bullying, pero sí tenemos la certeza de que es un colectivo altamente victimizado», explica Josep Soler, autor de este estudio, el primero que se elabora en España específicamente centrado en esta realidad muchas veces oculta en colegios e institutos.

Oculta por desconocida. Si ya es difícil identificar un caso convencional de bullying, porque muchas veces las víctimas, superadas por lo que les está ocurriendo, callan por vergüenza, en el caso de los superdotados se suma el hecho de que son personas que muchas veces no han sido diagnosticadas como tales. «Probablemente muchos de los que están teniendo dificultades en los centros educativos, no están siendo atendidos de una forma individualizada, ni tampoco sus familias reciben apoyo de la Administración o de las asociaciones que ayudan al colectivo», indica Soler. Y se encuentran con que no saben qué hacer.

«Solo un 4% de los casos, es decir uno de cada 25, es detectado por las propias escuelas», señala el autor, que aprovecha para reclamar más formación para los maestros en esta materia. No basta con que se publiquen protocolos «si luego los profesores no van a saber cómo actuar en el día a día porque no están suficientemente preparados para ello», lamenta Teo Jové, presidente de Fanjac, una fundación que presta apoyo y asesoramiento a niños y jóvenes con altas capacidades.

Porque aunque es cierto que la gran mayoría de las situaciones de acoso que sufren los niños superdotados o talentosos (aquellos que destacan en un área concreta, ya sean las matemáticas, las lenguas o las artes) son de las que los expertos denominan de gravedad moderada, que no llegan a afectar ni a la conducta ni al estado de ánimo de la víctima, también es cierto que «si estas agresiones de baja intensidad se cronifican y se repiten durante mucho tiempo terminan por convertirse en agresiones graves», advierte Soler.

IDEAS SUICIDAS Y AUTOLESIONES / De entre los casos analizados en la elaboración de su estudio, titulado Bullying y altas capacidades, «entre un 8% y un 9% son casos extremos». «¿Esto que significa? Pues que el niño ha llegado a sufrir lesiones físicas que han motivado una consulta médica; o que debido al miedo, el estrés o la ansiedad causadas por el maltrato no asiste a las clases; o que ha manifestado ideas suicidas, se ha autolesionado o ha sufrido secuelas físicas o psíquicas que requieren tratamiento médico o psicológico», detalla el autor, que es profesor de Psicología en la Universidad Abierta de Cataluña (UOC).

Hay que tener en cuenta que los superdotados son, por lo general, personas con una mayor sensibilidad, «niños híperresponsables, con preocupaciones elevadas y con conductas a veces más rígidas que las de otros chavales, lo que hace que emocionalmente reaccionen de manera aún más acusada ante una situación de acoso», señala el experto.