Con la filosofía de que "es inaceptable un solo caso" de contagio de ébola y con el primero ya confirmado desde el domingo, las autoridades de Estados Unidos anunciaron ayer que cambian "de forma sustancial" el enfoque que hasta ahora habían dado a la seguridad del personal sanitario.

Menos de 24 horas después de que el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) ratificara el contagio de una enfermera en el Texas Presbyterian Health de Dallas, joven cuya identidad ya ha empezado a hacerse pública en algunos medios de comunicación estadounidenses y que ayer se encontraba en estado crítico pero estable, su director, Thomas Frieden, detalló algunos de esos cambios.

En el caso de Dallas se ha incluido en el grupo de supervisión controlada por epidemiólogos a por lo menos 50 trabajadores del hospital que, como la infectada, cuidaron de Thomas Eric Duncan, el liberiano que ingresó el 28 de septiembre y murió el pasado miércoles y que hasta ahora, en un descuido que los expertos no se explican, no se consideraban de riesgo. Asimismo, autoridades federales empezaron el domingo a supervisar algunos protocolos, incluido el entrenamiento sobre cómo ponerse y quitarse el material de protección.

"Debemos replantearnos el control y, como no sabemos cuál fue la exposición, tenemos que extender una red (de protección) más amplia", dijo Frieden, que aseguró que se van a mejorar "todos los aspectos". Enumeró, entre otros, análisis del tipo de equipos de protección para determinar "si hay algunos más fáciles de usar y cuyo uso, por tanto, reduzca los riesgos". Asimismo, dijo que se estudia ampliar a todo el uniforme el uso de aerosoles químicos que matan el virus y que hasta ahora se aplican solo a guantes.

El CDC celebrará hoy una conferencia telefónica con miles de trabajadores sanitarios de todo el país para asegurar que están preparados para tratar a un paciente con ébola.

Frieden aprovechó la comparecencia para pedir "perdón" por haber dicho el domingo que hubo una "clara ruptura del protocolo" en el contagio, palabras que ponían peso en la enfermera o en el hospital. "Siento si esa fue la impresión que dio, no era mi intención -explicó-. La gente en primera línea nos protegen a todos. El enemigo aquí es un virus, no una persona, un hospital o un país".