Mejoran su capacidad de memorizar, asimilan más fácilmente los conceptos numéricos, aprenden geometría y orientación espacial y, de paso, refuerzan la comprensión lectora. Todo eso jugando al ajedrez. Los beneficios pedagógicos que para un niño tiene "este juego, deporte, ciencia, filosofía o como sea que quieran definirlo, son incuestionables", subraya Pablo Martín Peré, el parlamentario que la semana pasada consiguió que el Congreso de los Diputados aprobara por unanimidad que el ajedrez se convierta en asignatura escolar. Martín Peré, abogado de formación, político de profesión y ajedrecista por vocación, --incluso ha recibido clases de maestros internacionales, cuenta--, añade otro argumento de peso: "Y encima, su coste económico es muy, muy bajo".

Con estos argumentos, el diputado del PSOE convenció el miércoles al resto de miembros de la comisión de Educación para que "el Congreso inste al Gobierno a incorporar el ajedrez como materia en las escuelas de toda España, tal y como, por otra parte, ya recomendó hacer el Parlamento Europeo en el 2012". La iniciativa parlamentaria también reclama que se habiliten espacios públicos "en parques, en bibliotecas, donde se considere más adecuado", para la práctica de este juego.

"La implantación de esta actividad --agrega el diputado-- tendrá que hacerse, por supuesto, de acuerdo con las comunidades autónomas, de ahí que el Congreso optara por una fórmula flexible, por no concretar cómo debe materializarse". Eso abre la puerta, por ejemplo, a que algunas autonomías integren el ajedrez como asignatura de libre designación en el currículo (de modo que su nota computaría para el expediente académico) o que, como ya ocurre en Cantabria y Cataluña, se incorpore como herramienta metodológica en asignaturas como Matemáticas.

Carme Saurina, profesora de Estadística y Econometría de la Universidad de Girona y decana de la facultad de Ciencias Económicas de la misma universidad, explica que, tras un primer año de prueba piloto en una decena de colegios (curso 2012-2013), "los estudiantes participantes mostraron una mejora espectacular en Matemáticas". Los profesores que fueron encuestados para hacer una evaluación de la actividad afirmaron que los alumnos, que en ese momento estaban en primero de Primaria, "habían ganado en concentración, se mostraban menos impulsivos, más reflexivos, más ordenados... y que eran bastante menos ruidosos", señala la investigadora. "En realidad, no se pretende formar grandes maestros, sino enseñar a los estudiantes algunos hábitos de vida y valores fundamentales, como el de que sean responsableses de las decisiones que toman", explica Josep Serra, de la Federación Catalana de Ajedrez. Es esta entidad la que se encarga en estos momentos de la formación de los maestros de las escuelas que participan en la iniciativa.

EL PARCHIS NO SIRVE Todo lo hasta aquí mencionado, sostiene el ajedrecista, "no se adquiere con otros juegos, como el parchís, donde hay un componente importante de azar". En el ajedrez, insiste, "no vale con buscar culpables entre otras personas o atribuir un error a la mala suerte, como suelen hacer muchas veces los niños". Aquí, "cada cual ha de hacerse cargo del movimiento que va a realizar y asumir sus consecuencias". Además, en un momento de consumo rápido y banalización del ocio, "una actividad como el ajedrez enseña un valor que se encuentra claramente en retroceso: la paciencia", concluye.