Nuevo año, otra Semana Santa y la hermandad del Vía Crucis fiel a su estilo realizó su estación de Penitencia con el sentido de recogimiento, sobriedad y seriedad que marca su idiosincrasia, participando de un todo en el que cada hermanad, con su diferentes matices, no hace sino un conjunto que conforma nuestra Semana Santa.

Un año en el que la mirada a los mayores ha sido la base y el principal esfuerzo que la hermandad, un proyecto al que denominamos Una sonrisa para nuestros mayores , y del cual la corporación ha recibido muchísimo más de lo haya podido aportar. Un proyecto que durante todas las semanas del año ha estado activo, en donde esas dos horas diarias de visitas y actividades no hacen sino conformar el camino hacia donde dirigir nuestros esfuerzos, porque para el venidero nos proponemos continuar y fortalecer con nuevas ideas y proyectos que sin duda el Señor de la Salud nos ha marcado.

Todo esto solo es posible realizarlo desde una hermandad unida, con un grupo amplio y generoso de hermanos y voluntarios, un grupo que busca solamente el servicio, ya que participar en una hermandad es una bendita carga que se asume desde el amor y de forma voluntaria, una labor que solo es posible llevarla a cabo desde la unidad y la aceptación de todos con nuestros humanas limitaciones y con espíritu de servicio y sin que haya de protagonismos. Una hermandad es una mano abierta, no es ni debe ser la búsqueda de un falso protagonismo. Es generosidad y coherencia. Todo lo que no sea eso, no tiene cabida.