La simbiosis entre la hermandad y el barrio que la acogió y que ya la ha convertido en un símbolo propio, Poniente, se dejó notar desde el primer momento, y no solo con sus más de 300 nazarenos, sino con detalles como la saeta que le cantaron nada más salir el enorme paso de misterio, en un marco tan diferente del Casco Histórico como son los altos bloques de pisos nuevos y la vanguardista iglesia del Beato San Alvaro de Córdoba, otra peculiaridad que, para muchos, da otro punto de riqueza y variedad a la Semana Santa Cordobesa. Ese también es el caso de la agrupación musical Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena, ya bregados por los ensayos y que tocaron al principio de la procesión, porque al menos este año ha sido la banda de la Coronación de Espinas la que acompañó al paso, exornado con clavel, rosas y alhelíes blancos. La hermandad estrenó dos faroles de acompañamiento de la cruz de guía.