Las altas temperaturas y la masiva afluencia de visitantes han sido dos de los grandes protagonistas de los días centrales de la Semana Santa prieguense junto, indiscutiblemente, al esplendor de los desfiles procesionales celebrados durante las intensas jornadas del Jueves y Viernes Santo.

Así, la archicofradía de la Columna volvía a derrochar elegancia en la tarde-noche del Día del Amor Fraterno, con un cortejo en el que junto al incremento del número de nazarenos en las filas, volvía a sobresalir el elegante palio de María Santísima de la Esperanza, así como la siempre sobrecogedora efigie de Nuestro Padre Jesús en la Columna.

Y mientras el cortejo de la congregación columnaria se encontraba en la calle, San Pedro y las ermitas de la Aurora y las Angustias acogían los turnos de vela de las hermandades que tienen en ellas sus sedes, destacando en este sentido el siempre impactante ambiente de la iglesia de San Pedro, en el acto en honor al Santísimo Cristo Yacente.

Minutos después de que las imágenes titulares de la Columna regresaran a su templo, ya en la madrugada del Viernes Santo, la cofradía de los Dolores iniciaba desde la parroquia de la Asunción su regreso a la ermita de El Calvario, en la conocida como Vía Sacra o procesión del silencio, únicamente roto por el sonido de los roncos tambores que acompañaban al Santísimo Cristo de la buena Muerte y María Santísima de los Dolores, mientras que en el primer tramo del cortejo destacaba la presencia de la capilla del Miserere.

Pero sin lugar a dudas, uno de los momentos más esperados de la Semana Santa prieguense se producía cuando a las once en punto de la mañana del Viernes Santo se abrían las puertas de la iglesia de San Francisco para dar paso a Nuestro Padre Jesús Nazareno, que volvía a concitar todo un reguero de devociones, tanto en las horas previas a su salida procesional, con una multitud de visitas a su capilla, como en el propio desfile, cuyo punto culminante fue una vez más la bendición desde el Calvario, una de las tradiciones más singulares de Priego. Uno de los aspectos más positivos de esta particular procesión, que se ve interrumpida para luego volver a reorganizarse tras la subida al Calvario, ha sido su notable mejoría con respecto al pasado año, gracias al trabajo de concienciación realizado por la hermandad y cuyo resultado ha sido una importante mejora tanto en horario como algunas de las imágenes que se querían evitar a toda costa y que generaron el pasado año un intenso debate en el seno de la hermandad nazarena.

Tras el bullicio de la mañana, coincidiendo con el ocaso, la archicofradía de las Angustias y la cofradía de la Soledad iniciaban sus respectivos desfiles procesionales, culminando de una manera brillantísima dos intensas jornadas en las que los prieguenses y visitantes se han echado a la calle para participar en los distintos desfiles y actos programados en la recta final de una Semana Santa que será recordada por la falta de sobresaltos a nivel meteorológico y por las numerosas visitas registradas.