Tres bombas explotaron al paso del autocar del Borussia de Dortmund, aficionados del Bastia apalizaron a jugadores del Lyon con la complicidad de miembros de la propia seguridad del estadio mientras al otro lado del Atlántico hinchas del Belgrano arrojaban al vacío a un hombre al que creían de la afición del rival Talleres causándole la muerte. No hay que cruzar fronteras, todos los lunes nos desayunamos con escenas de jugadores menores de edad intentando pacificar a padres que se enfrascan en lamentables discusiones que acaban a mamporro limpio. No es el fútbol en sí, es una sociedad que retransmite a través de Facebook cómo un tipo mata a gente por la calle; pero o cunden ya sanciones ejemplares o esto se nos va de las manos.